Nuestra Señora del Rosario,
se encuentra presidiendo el
camarín central de la
capilla de los Humeros,
en la calle Torneo. La
imagen es una talla completa
de madera polícroma y
estofada, de 85 cm. de
altura. Aparece sedente,
sosteniendo con su brazo
derecho y por detrás al
Niño, que forma parte de la
misma escultura.
Es preciso destacar el
primoroso estofado de los
ropajes a base de rocalla a
realce y de motivos florales
en dorado. La talla está
adaptada al banco en que
descansa, por lo que sólo
presenta un punto de vista
frontal, estando más
descuidada la espalda de la
imagen.
El rostro de la Virgen
presenta una cierta
frontalidad en sus bellas
facciones, contrastando con
el barroquismo del estofado.
La vestimenta tallada consta
de túnica roja y manto azul.
Con su brazo derecho
sostiene por detrás al Niño,
que aparece de pie sobre la
pierna de la Virgen, lo que
da al simulacro un cierto
dinamismo. El Niño está
vestido con un pañal dorado,
también tallado y estofado.
Sostiene una cruz de plata y
nácar con la mano derecha.
El rostro del Niño está
dotado de indudable encanto,
esbozando una ligera
sonrisa, que no resta en
absoluto dignidad a la
imagen.
No está clara la autoría de
la imagen. En 1761 el
escultor Jerónimo Roldán
ejecuta en blanco una imagen
de la Virgen con el Niño por
un importe de 300 reales y
en 1762 Joaquín Cano encarna
a la imagen titular de la
capilla.(6). No obstante
esto, el rostro parece
denotar un estilo diferente
al de las otras dos imágenes
talladas por Roldán, el
Cristo de la Paz (encargado
a la vez que la Virgen) y
San Antonio. De hecho, se
conoce que existía una
imagen anterior que recibía
culto en una hornacina del
muro del convento de San
Laureano.
Además, en la Relación de
objetos de Liñán en 1784 se
menciona a la imagen
"antigua" de Nuestra Señora
del Rosario, lo que parece
dar a entender que existían
dos, aunque este inventario
es bastante confuso y poco
fiable.
Así pues, documentalmente se
constata que Jerónimo Roldán
Serrallonga talló una imagen
de la Virgen con el Niño en
la época de construcción de
la capilla, no
especificándose más
detalles. En el plano
artístico, sobre todo tras
un reciente proceso de
limpieza de la talla, la
imagen parece denotar una
ejecución anterior, lo que
concordaría con la identidad
de la imagen primitiva.
En el estado actual de las
investigaciones, todo parece
indicar que Jerónimo Roldán
llevó a cabo una
remodelación de la imagen
fundacional, que
posteriormente fue encarnada
y estofada por Joaquín Cano.
Su iconografía sedente la
relacionan con las tallas de
Jerónimo Hernández,
concretamente las Vírgenes
del Rosario de San Pablo
(hoy, Virgen de la Paz en
Santa Cruz) y de la capilla
del Museo de Bellas Artes.
La imagen ha sido restaurada
en diversas ocasiones.
Recientemente el escultor
José Manuel Bonilla Cornejo
ha realizado una limpieza
integral de la imagen,
devolviéndole su primitiva
encarnadura y la esplendidez
cromática de su estofado,
ennegrecido por repintes.
Imagen del Cristo de la Paz
El Santo Cristo de la Paz es
un Crucificado de talla de
85 cms. sostenido a la cruz
por tres clavos. El sudario
está atado con soga con
muñón en el lado derecho,
dejando al descubierto la
pierna izquierda. La melena,
bien trabajada, descubre su
oreja izquierda y oculta con
un mechón la derecha.
El rostro de este Cristo
muerto es sosegado y
apacible. Es obra
documentada de Jerónimo
Roldán de 1761, siendo
encarnada por Joaquín Cano
un año después.(7). Según el
profesor Villar Movellán "
(...) encaja perfectamente
dentro del estilo familiar
(Roldán), pero revela ya las
suavidades formales de
mediados de siglo, patentes
por ejemplo en el perizoma
caído, resguardado de los
fuertes y dramáticos vientos
que hacían moverse el
sagrado paño cincuenta años
antes (...)" (8).
En la actualidad, la imagen
del Cristo se encuentra en
el retablo de la Virgen del
Carmen, tras haber
permanecido muchos años en
el Manifestador del retablo
mayor. La imagen del Santo
Xto., al contrario que la
Stma. Virgen, no presenta
ninguna restauración. Fué en
1995, en los talleres
SERBAL, donde se le practicó
una limpieza y reposición de
la encarnadura,
devolviéndole su primitiva
configuración. En el año
2000, con motivo del Via
Crucis al convento de Sta.
Rosalía, nuestro hermano
José Manuel Bonilla Cornejo,
realizó una nueva cruz para
la imagen, siendo ésta más
proporcionada al tamaño del
Cristo.
Fotos: Francisco Santiago
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