Las Santas Justa y
Rufina eran hermanas, procedentes de una
modesta familia de fuertes convicciones
cristinas en la época de la dominación
romana en España. Según cuenta la
leyenda, durante los festejos callejeros
en honor a Venus, donde se recogían
donativos para las fiestas y se obligaba
a su adoración. Las hermanas se negaron
a aportarlos y a adorarlo, llegando a
enfrentarse con sus portadoras, llegando
el mismo a romperse.
Diogeniano, prefecto de Sevilla, las
encarceló, induciéndoles a abandonar la
fe cristiana, so pena de crueles
martirios. Las santas se opusieron con
gran valor a las inicuas propuestas del
Prefecto, afirmando que ellas sólo
adoraban a Jesucristo.
El Prefecto mandó que
las torturasen con garfios de hierro y
en el potro, creyendo que cederían ante
los tormentos, pero ellas soportaban
todo. Mandó entonces a encerrarlas en
una lóbrega cárcel, que se cree fue en
los terrenos del actual Santuario de
María Auxiliadora, que allí las
atormentasen lentamente con hambre y con
sed.
Al ver que no cedían,
obligó a las santas a ir andando
descalzas hasta Sierra Morena, pero
tampoco las doblegó. Tras ello las mandó
encarcelas hasta su muerte, siendo Santa
Justa la primera en morir, siendo su
cuerpo tirado en un pozo, siendo
rescatado el mismo por el obispo Sabino.
El Prefecto creyó
que, estando sola, seria más fácil
doblegar a Rufina. Pero al no conseguir
nada, mandó llevarla al anfiteatro y
echarle un león furioso para que la
despedazase. E l león se acercó a Rufina
y se contentó con blandir la cola y
lamerle los vestidos como un corderillo.
Enfurecido el Prefecto, mandó degollarla
y quemar su cuerpo, pero de nuevo el
obispo Sabino recogió las cenizas y las
enterró junto a su hermana en el año
287.
Desde entonces su Fe
alcanzó fama mundial, siendo nombradas
Patronas de Sevilla, además de los
gremios de alfareros y cacharreros y
siendo su onomástica el 17 de julio,
aunque en otras provincias se celebra el
19 del mismo mes.
Fotos: Francisco Santiago© |