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Pacheco Francisco.-

Esta en: Portada / Biografías / Francisco Pacheco

LA ANUNCIACIÓN. Tabla. 85 x 59 cms.Sevilla. Iglesia de Santiago.Francisco Pacheco fue un pintor de la escuela sevillana, nacido en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en 1564 y fallecido en Sevilla en 1654. De familia de marineros, se educó con un tío suyo de igual nombre, culto canónigo de la catedral hispalense; formación ésta, de carácter eminentemente humanístico, que se reflejó tanto en su obra pictórica como en su producción literaria. La de carácter profesional la realizó en el taller del no muy bien conocido Luis Fernández, completándola con una corta estancia en Flandes, donde fue discípulo de Lucas de Here, y con el constante estudio de tratados y grabados tanto italianos zumo flamencos. Jefe de un gran taller, alcanzó notoria fama en la Sevilla de su tiempo, llegando a reunir en torno a sí una importante tertulia humanista, que fue acicate para la realización de una de sus más importantes obras: el Libro de los Retratos. Viajero en 1611 a la corte, visitó en Toledo a El Greco, de que emitió curiosas opiniones, volviendo nuevamente a Madrid en 1623 donde, tal vez para dejar definitivamente asentado a su discípulo y yerno Velázquez, permaneció dos años. No obstante estas salidas y el italianismo que profesa estéticamente, jamás estuvo en Italia, sintiendo no obstante gran admiración por los grandes maestros de la escuela romana del S. XVI.

DON DIEGO GONZÁLEZ DE MENDOZA. Tabla. 23 x 18 cms. Sevilla. Colección particular.Artista de gran longevidad, trabajó todos los géneros, siendo muy notable su labor como pintor de imaginería, actividad que le llevó a colaborar con Martínez Montañés (v.), cuya obra prácticamente estofó y policromó en casi su totalidad. Como pintor resulta algo mediocre, ora por falta de formación ora por su insistencia en un romanismo ya trasnochado que le hizo desembocar en un frío manierismo que, sólo en sus años finales, parece ceder a fórmulas naturalistas, probablemente arrastrado por el medio ambiente de la Sevilla barroca. Ese manierismo romanista lo confirma también en su obra literaria, de la cual lo más importante es el Tratado de la pintura que, aunque publicado en 1649 (existen dos ediciones posteriores: una decimonónica de Cruzada Villamil y la de Sánchez Cantón de 1946), responde por concepto y doctrina a la mentalidad de un hombre del S. XVt. Lo más interesante de esta obra, por su posterior trascendencia en los medios andaluces, es la parte referente a iconografía, que como toda la obra, rebosa erudición y conocimiento profundo de las fuentes.

Dentro de su faceta literaria destaca también el ya mencionado Libro de los retratos, colección incompleta de dibujos de los principales ingenios de su tertulia y de otras celebridades artísticas y literarias, cuya biografía traza, al pie de cada uno, en una corta pero bien elaborada semblanza. Conservados los originales en el Museo Lázaro Galdiann de Madrid v en la Biblioteca del Palacio Real 'ueron publicaúus pur Asensio y Toledo en 1886. cese a sea, por nacimiento y mentalidad, un hombre del S. XVI, lo más conocido de su producción corresponde a la centuria posterior. Así los cobres de la Virgen Anunciada del rectorado de la Univ. de Sevilla, la Asunción de la Catedral hispalense, que también conserva de su mano, entre otras, un S. Fernando, los lienzos del desaparecido Convento de la Pasión, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, en los que se perciben ciertos rasgos realistas, que también se observan en los retratos allí conservados; realismo que poseía el S. Sebastián destruido de Alcalá de Guadaira.

LA INMACULADA CONCEPCIÓN CON MIGUEL DEL CID. Lienzo. 160 x 109 cms. Sevilla. Catedral.Lo más notable de su producción son sus series iconográficas de la Inmaculada -catedral de Sevilla, una con Vázquez de Leca y otra con el poeta Miguel del Cid, y parroquia de S. Lorenzo de dicha ciudad en la que. a los pies de la Virgen, hay una deliciosa panorámica de la urbe hispalense-, el Crucificado de la col. Gómez Moreno de Madrid, fechado en 1614, que constituye, por su disposición iconográfica, una evocación de los montañesinos y un precedente del famoso de S. Plácido de su discípulo Vázquez (v.). Cultivó también P. v ello es de gran interés dado lo escaso del género en pintura española. el tema mitológico dentro del marco decorativo como lo pone de manifiesto el techo de la Casa de Pilatos de Sevilla, realizado en 1603 para el duque de Alcalá, con el triunfo de Hércules, la caída de Faetón, la ascensión de Ganimedes y otros asuntos. Conjunto éste que, aunque frío como hijo de un pintor nada avezado en el género y repudiador del desnudo por motivos pudorosos, posee cierto empaque y, desde luego, habla bien alto de sus profundos conocimientos humanísticos.

Situado por su larga vida en la encrucijada de dos siglos, P. fue el prototipo de un artista, más erudito que pintor, que supo, sin aferramientos absolutos, mantener la tradición romanista de los días de su formación, así como ceder, hasta donde le fue posible, a las novedades naturalistas de los tiempos en que ejecutó la mayor parte de su obra, pero sobre todo, y éste es quizá su mayor mérito, supo comprender a la generación portadora de dichas novedades e incluso impulsarla en sus modernos derroteros, como sobradamente lo prueba su postura con Velázquez.

Bibliografía:

J. M. ASENSIO Y TOLEDO, Francisco Pacheco, Sevilla 1867
M. BARBADILLD RODRíGUEZ, Pacheco, su tierra y su tiempo, Jerez 1969
D. ANGULO IÑIGUEZ, Velázquez y Pacheco, "Archivo Español de Arte" (1950)
M. COOK, Pacheco the Master ol Velázquez, "The Burlington Magazine" (1907)
F. RODRíGUEZ MARÍN, Francisco Pacheco, maestro de Velázquez, Madrid 1923
A. SANCHO CORBACHO, Francisco Pacheco tratadista de Arte, (Archivo Hispalense) 1955.

Conocer Sevilla 2004 - Francisco Santiago©