 in duda alguna la creación de la
Alameda de Hércules en 1574 fue la
actuación urbanística más importante de
las realizadas en Sevilla durante el
siglo XVI. Hasta la citada fecha la zona
era un terreno pantanoso, cubierto de
aguas durante la temporada de lluvias y
foco de enfermedades en las épocas de
calor, por las inmundicias allí
acumuladas.
Para evitar tan lamentable situación
el asistente de la ciudad, D. Francisco
Zapata, conde de Barajas, decidió sanear
el sector, para lo cual desecó la laguna
y la convirtió en un paseo. El lugar se
pobló de árboles, se organizó con
grandes avenidas, en las que se
instalaron tres fuentes, y se adornó con
dos esbeltas columnas, sobre las que se
situaron esculturas de Hércules
(Fundador de Sevilla) y Julio Cesar
(Restaurador de Híspalis), en 1578. En
1764, al restaurar la Alameda, se
colocaron las 2 columnas del lado norte,
rematadas por sendos leones de piedra
con los escudos de España y Sevilla.
En la actualidad la Alameda de
Hércules ha perdido su antigua
fisonomía. Han desaparecida las largas
hileras de álamos, los canalillos que
permitían su riego, las monumentales
fuentes que abastecían de agua a la
ciudad, trayéndola desde la Fuente del
Arzobispo, y solo se han conservado las
cuatro columnas que determinaban la
entrada y salida del paseo. Entre los
años 2003 y 2004 se ha remodelado la
plaza, eliminándose el mercadillo
dominical, adecentándose la misma y
construyéndose dos "chiringuitos" para
recuperar su antigua fisonomía de paseo.


Texto: José Alfonso
Muriel - Fotos: Francisco Santiago |