egún
Sebastián Santos Calero...
"Hablar de mi padre no es para mi nada
fácil, me han pedido que hable de la
dulzura de la obra de mi padre, que yo
la veo igual que su profunda
religiosidad, digamos que es una
consecuencia, un profundo misticismo.
Precisamente en 1929,
el pintor Cantarero le realiza un
retrato, época en que ambos coinciden en
amistad y enseñanza . Sebastián Santos
Rojas, al igual que Castillo Lastrucci,
se incorpora al mundo de la imaginería
ya mayor, aunque está trabajando ya de
manera profesional. Antes ha estado en
la escuela de Artes y Oficios, en la
llamada escuela del Museo, estudiando
dibujo y modelado.
Ya en su plenitud y
rodeado de prestigio, podemos descubrir
la personalidad humana del artista,
cuales son sus aficiones. Precisamente
una de sus obras, el Cirineo de Pasión,
está preso y oculto por la Corporación,
hago un llamamiento desde aquí para que
la Hermandad ponga, al menos, a
disposición del público, para que se
pueda admirar esta magnífica talla.
Este ambiente mitad capilla, mitad
iglesia en la que se desenvuelve toda su
obra, desarrolla esta escultura
religiosa con un espíritu de
religiosidad my profundo. Una miniatura
de La Virgen de la Paz, presidía el
retablo, en el domicilio familiar, donde
se rezaba el rosario y alguna que otra
novena. Otro de los temas de este
periodo son los nacimientos, destacando
el del Monasterio de Santa Paula. Las
imágenes del Niño Jesús también son
habituales de esta época
Sebastián Santos nace
en Higuera de la Sierra, un pueblecito
de la Sierra Morena, un 2 de noviembre
de 1895 en una familia muy modesta. Para
un niño que tiene tantas inquietudes
artísticas, empieza a ser un problema
buscar la arcilla, ocultar donde puede
los trabajos que hace, porque sus padres
no querían que hiciera ese tipo de
cosas, pero fundamentalmente su avidez
de conocimento, la necesidad de todo
artista de buscar un referente, un
modelo que seguir para avanzar y
progresar, lo tiene que encontrar
necesariamente en la Iglesia.
Curiosamente, una
iconografía que le llama poderosamente
la atención es la de San José y la
Inmaculada. Posteriormente, a lo largo
de su producción va a reincidir mucho en
estos dos temas, como son el San José de
la iglesia de Zalamea, o en Sevilla, el
que realizó para las Hermanas de la
Caridad. La ternura, la sencillez y la
dulzura de los rostros son
características comunes a su obra. Como
admirador de Martínez Montañés, busca el
equilibrio, aparte imprime a sus
imágenes de esa religiosidad.
La Inmaculada que actualmente se
encuentra en la iglesia de Ronda, para
la cual poso la hija del Marqués de
Villapales, fue presentada en una
exposición mariana en 1950 y seguía el
modelo de Duque Cornejo. Esta
religiosidad, posteriormente y en
Sevilla, se desarrolla hasta su
encuentro con el Padre Capuchino Juan
Bautista, que será su confesor y hombre
que va a influir my poderosamente en el
aspecto humano del artista.
El Padre, le pedía al autor, quizás
obsesivamente, la realización de
Pastoras, donde la dulzura y el gesto
casi infantil, así como el recogimiento
son una huella clarísima y un testimonio
de su personalidad artística y su
sentido estético.
Casi siempre que se
habla en relación con la diferenciación
entre escultor e imaginero, en Sebastián
Santos tenemos a un escultor que, sin
haber practicado el modelado natural,
tiene un conocimiento de la anatomía
sensacional y un sentido del "todo", ese
sentido de la totalidad que generalmente
se adquiere cuando hay una formación de
tipo académico. El escultor, sin
renunciar a su estética mística,
desarrolla y denota un alarde de lo que
es la morfología del cuerpo humano
masculino. No tiene ningún tipo de pudor
en policromar las pestañas, tanto las
superiores como las inferiores, sin que
por ello las esculturas pierdan fuerza o
belleza. Siempre que
el escultor tiene oportunidad, trabaja
en el pequeño formato. El pequeño
formato es el vehículo para que el
artista experimente, digamos que
mediante el boceto, se materializan los
pensamientos de manera muy rápida,
siendo para el pintor y el escultor algo
fundamental. Curiosamente no se ha
estudiado en profundidad la importancia
que tiene este estudio previo a la obra
definitiva, que para mi, lo considero
muy necesario y muy importante.
El escultor todas las noches realiza un
pequeño boceto y Buiza comentaba como,
cuando iba al estudio del maestro, lo
primero que hacía era destapar el cajón
del barro, porque el maestro sorprendía
a todos los discípulos con las
realizaciones que había hecho durante la
noche. Buscaba la noche para trabajar,
buscaba la tranquilidad de las horas en
que ni los clientes ni su familia le
molestaban. Sebastián
Santos es conocido sobre todo por las
Dolorosas, pero su obra es muy extensa y
variada. Aborda el Crucificado, como es
el caso del de Aracena (Cristo de la
Plaza. Huelva). Es un crucificado que
huye del barroquismo excesivo, todo lo
contrario. La imagen del Cristo es
tremendamente serena y tiene un cierto
aire moderno en el tratamiento del
cabello. A él no le gustaba el rizo
barroco del Cabello, en referencia al
tratamiento de Juan de Mesa o Martínez
Montañés.
La cabeza de Cristo
no es dramática, es de una persona que
está muriendo pero tiene dulzura en el
rostro, no hay tormento ni distorsión en
los rasgos faciales ni de la anatomía,
destacando también en ellos la
espléndida policromía.
En el Buen Pastor, talla que se
encuentra el Ronda, utiliza como modelo
a su hijo Jesús, aunque no era muy
partidario de utilizar modelos, la
escultura la tenía en su cabeza. El
Cristo de la Cena de Sevilla, es sin
lugar a dudas una obra llega de unción
sacra, inspira evidentemente devoción,
sin embargo técnicamente tiene una
particularidad, está policromada encima
de la madera, sin estuco, como hacían
los clásicos imagineros.
El tema de la maternidad es un tema que
le da la oportunidad de manifestar su
termura, el sentido tan familiar que él
tenía. El espléndido Nazareno de la
Concepción de Huelva, de nuevo nos
vuelve a sorprender el escultor,
realizando su propia y particular visión
del Nazareno. Como
broche está la espléndida Dolorosa de la
Hermandad de El Silencio, la Virgen de
la Concepción. Esta escultura es de gran
belleza, de una gran serenidad, sin
elevación de las cejas, recurso muy
usado por otros imagineros, era una
necesidad de simetría, aunque no muy
exacta para evitar la frialdad.
Un denominador común son las manos de
las Dolorosas -también en la Virgen de
Los Dolores del Cerro- es que se produce
un acentuamiento entre los metacarpos y
las falanges, con ese quiebre tan
pronunciado, característico a este
periodo de 1945 a 1959, y al cual
pertenece la Virgen de la Concepción."
Bibliografía:
Santiago Barba, Francisco. Trascripción
de la conferencia de Sebastián Santos
Calero, en el Ateneo de Sevilla, dentro
del Ciclo: "Las Pasiones", sobre
Sebastián Santos Rojas: la Dulzura
(2001)
Fotos: Francisco Santiago© |