 ijo del escultor,
pintor y grabador
Vázquez el Viejo y de
Andrea Hernández, naturales de Avila.
Continuó la profesión paterna, heredando
su estilo y clientela. Se formó
artísticamente en el taller de su padre
y con escultores como Jerónimo
Hernández, con quien parece que trabajó
como oficial, y con otros que también
seguían el estilo de Vázquez el Viejo,
iniciador junto con Villoldo de la
escuela sevillana de imaginería. Su
labor en Sevilla se realiza entre 1578 y
1600. En 1610 ya había fallecido. Estuvo
casado con Lucía de Chaves (1579),
hermana de su madrastra Isabel de Valdés
(tercera esposa de su padre). No parece
muy posible identificar a nuestro
artista con otro Bautista Vázquez que
destaca hacia 1590 en la provincia de
León. Artísticamente, su personalidad y
estilo son escasamente originales y
también poco conocidos.
La sombra del buen
hacer de su padre y el momento
cronológico, con predominio del
manierismo, aumentan estas
imprecisiones. Su producción siempre la
encontramos reflejada en los documentos
junto a colaboraciones y traspasos de
encargos a otros artistas, quizá con
mayores cualidades pero con menos
«renombre». De ser ciertas las
atribuciones que le hace la crítica, su
estilo representa un equilibrado y
contenido paso hacia el barroco, sin que
el aplomo y el concepto plástico del
arte de su padre pierdan el estatismo
clásico por el que se enlaza con el
Renacimiento por camino opuesto al del
atormentado Berruguete.
Según los documentos conocidos. en 1585
contrató, junto con Jerónimo Hernández,
el retablo de la parroquia de S. María
de Arcos de la Frontera (Cádiz),
encargándose él de la parte del lado de
la epístola, para lo que en 1588 pactó
con Diego López Bueno su colaboración en
la talla y adornos arquitectónicos. En
1590 traspasó a Miguel Adán el trabajo
que quedaba por realizar. Sólo parecen
de su mano, por las relaciones
estilísticas con la obra de su padre,
los relieves de los evangelistas S.
Lucas y S. Marcos, en el banco del
retablo. No es probable que fuera suyo
el relieve de la Visitación, que Adán
declaraba haber tallado.
En 1585 trabajaba
para la Compañía de Jesús en Sevilla,
sin que esté claro en qué consistió su
obra. Se le atribuye la parte más
antigua del retablo de la Purísima
Concepción de la iglesia de la
Universidad, que perteneció a la citada
orden, con una serie de figuritas de
mártires, un S. Francisco, S. Roque y S.
Sebastián, trabajos no muy personales y
en todo seguidores del arte de su
maestro. También se le atribuye la
figurita de s. Ana, la Virgen y el Niño,
muy relacionadas con el estilo de Roque
Balduque. En 1589 traspasa a Juan de
Oviedo el Joven la obra del retablo
mayor de la parroquia de Azuaga
(Badajoz), que tenía a su cargo desde un
año antes. Quienes conocieron esta obra,
destruida en 1936, la atribuyen a Juan
de Oviedo. De los temas marianos, tan
frecuentes en la producción de su padre,
parece suya La Virgen con el Niño de la
parroquia de Beas (Huelva).
Tradicionalmente se consideran suyas las
estatuas de los santos Juanes, Jesús en
la columna, y los relieves de la
Anunciación, Epifanía y Circuncisión,
del retablo del monasterio de S.
Jerónimo de Granada. El estudio
comparativo con el de Santa María de
Medina Sidonia, obra de Vázquez el Viejo
y el granadino Melchor de Turín, ha
hecho pensar a parte de la crítica en
este último artista, más que en Vázquez
el Joven, como autor de la primera parte
del retablo de S. Jerónimo, comenzado en
1576, con la colaboración de otros
artistas formados en el estilo de
Vázquez el Vieio.
De ser obras
realizadas por Vázquez el Joven, poco
encontramos en ellas relacionable con
los trabajos de la iglesia de la Univ.
de Sevilla, ni con otros a él
atribuidos; guardan, por el contrario,
interesantes relaciones de tipos,
proporciones y manera de componer y
hacer los relieves y figuras con el de
Medina Sidonia o con el de Santa María
de Arcos de la Frontera. Se nos
presenta, pues, el arte de Vázquez el
Joven rodeado de numerosas dudas y
discutibles atribuciones que lo hacen
importante continuador de la labor de su
padre, de sereno y clásico estilo, o por
el contrario en oscuro artista, de
producción amanerada y poco original,
siempre con la colaboración de numerosos
ayudantes que le sustituyen en el
trabajo, más frecuentemente que en los
contratos.
Bibliografía:
C. LÓPEZ MARTÍNEZ,
Desde Jerónimo Hernández hasta Martínez
Montañés, Sevilla 1929; M. GÓMEZ-MORENO,
La escultura del Renacimiento en España,
Madrid 1931; I. HERNÁNDEZ DÍAZ,
Imaginería hispalense del Bajo
Renacimiento, Sevilla 1951 ; I. M.
AZCÁRATE RISTORI, Escultura del siglo
XVI, en Ars, XIII. D. SÁNCHEZ-MESA. Gran
Enciclopedia Rialp, 1991
Fotos: Francisco Santiago© |