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pintor Juan de Espinal era yerno del
también pintor
Domingo Martínez, del cual heredó su
taller. Fue el pintor dominante de su
época, fundiendo la pintura de tradición
sevillana con el rococó europeo,
configurando un arte refinado y elegante
que le convierte en uno de los mejores
pintores españoles de su época y el más
importante de la escuela sevillana en la
segunda mitad del siglo XVIII.
Nace en Sevilla en
1714. Su aprendizaje artístico lo
realiza con su padre Gregorio Espinal,
pasando al taller del principal pintor
sevillano de la primera mitad de siglo,
Domingo Martínez, quien incorpora las
tendencias pictóricas europeas a la
corriente murillesca sevillana.
Espinal casa en 1734
con la hija de su maestro, y al
fallecimiento de éste hereda su estudio
y taller de pintura. Domina la escena
sevillana durante los tres decenios
siguientes, trabajando para el cabildo
municipal y para los arzobispos y
eclesiásticos hispalenses. En 1760 es el
pintor más cotizado de la ciudad y, por
lo mismo, el que más cotiza en las
alcabalas. Toma parte activa en el
empeño de resucitar la Academia del
Dibujo que fundara Murillo y otros en
1660. Desde 1771, con la autorización y
protección de Carlos III, la Academia
pasa a llamarse Real Escuela de las Tres
Nobles Artes, de la que Espinal es
nombrado Director de Pintura en 1775.
Entre los encargos
más importantes de esta época, citemos
la serie de la vida de San Jerónimo,
para el convento de Buenavista de
Sevilla, de los cuales figuran hoy dos
en la iglesia del Castillo de Aracena y
tres en el Museo Provincial de Huelva.
Especialmente preferido por el cardenal
Francisco Javier Delgado y Venegas,
desde su nombramiento como arzobispo de
Sevilla en 1776 hasta su fallecimiento
en 1781, a pesar de que desde 1777 como
Patriarca de las Indias residía en la
corte de Madrid, recibió el encargo de
decorar la escalera principal del
Palacio Arzobispal. Destaca Juan de
Espinal como muralista, continuador de
la tradición de Domingo Martínez, en las
iglesias de San Isidoro, el Salvador y
Santa Rosa, atribuyéndoseles las de San
Antonio Abad, Santiago de Sevilla y San
Francisco de Borja de Utrera .
Ceán Bermúdez nos
deja una impresión negativa de los
últimos años de la vida del que fuera su
maestro, considerándolo acabado en el
terreno artístico y profesional, y
atribuyendo su decadencia al
estancamiento de su arte frente a las
nuevas tendencias artísticas. Pero
conociendo el apasionamiento de Ceán por
el neoclasicismo, debemos atenuar, si no
rechazar, este juicio que aplicaba a
toda la estética del barroco.
Espinal ejerce
ininterrumpidamente el cargo de Director
de Pintura en la Academia hasta unos
meses antes de su muerte, acaecida en
1783. Con 67 años, cuando pinta el
cuadro de San Cristóbal de Aroche, su
última obra documentada, de ningún modo
era un pintor acabado. Espinal es en ese
momento pintor oficial del arzobispado:
A él se le encomiendan los encargos con
preferencia a otros. Su pintura no es en
absoluto decadente o amanerada; más bien
revela en esta obra una plena madurez
con un total dominio de los medios
expresivos, aunando la tradición
murillesca con las nuevas formas rococó,
de tonos claros y paleta suelta, para
realizar una personal interpretación del
tema, dentro de las posibilidades tan
restringidas que permite la iconografía
de San Cristóbal.
Valdivieso ofrece un balance positivo de
la personalidad artística de Espinal
afirmando que "a la tradición del
espíritu de Murillo vinculó el lenguaje
de la pintura francesa. Si a esto se
añade la incorporación a su pintura del
estilo rococó, podemos advertir en las
obras de Espinal una original
personalidad artística que permite
considerarle como a uno de los
interesantes pintores de su momento en
España. Espinal, sin ser un imitador de
Murillo, supo introducir en sus pinturas
aspectos y detalles fragmentarios que,
arropados por una nueva técnica
narrativa, le permitieron obtener
excelentes logros artísticos".
Bibliografía
Valdivieso, Enrique.
La pintura sevillana desde el siglo XVI
Valdivieso, Enrique.
"La influencia de Murillo en la pintura
sevillana", en Catálogo de la Exposición
de Murillo, Museo del Prado 1982 - Royal
Academy of Arts 1983, Madrid, 1982, p.
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