ituado
entre la histórica Fábrica de Tabaco
(hoy Universidad), la Puerta de Jerez y
el barroco Palacio de San Telmo, el
Hotel Alfonso XIII es en Sevilla el
Hotel por antonomasia; su fachada y su
volumen, quedan perfectamente enraizados
en la ciudad y también, en su historia.
La idea de construir
un gran hotel en Sevilla estaba en los
planes de rehabilitación de la ciudad
con motivo de la Gran Exposición
Iberoamericana de 1929. El edificio
tiene un parentesco palpable con los que
componen la Plaza de España y los
situados en la Plaza de América, todos
diseñados con mucha anterioridad, ya que
se planeó que la Exposición tuviera
lugar en 1914, pero la Dictadura de
Primo de Rivera y la Primera Guerra
Mundial produjeron su retraso. El
Ayuntamiento donó los terrenos que eran
parte del Palacio de San Telmo, donado a
su vez a la ciudad por Su Alteza Real la
Infanta María Luisa.
El
ganador del concurso convocado bajo la
dirección de Aníbal González, principal
arquitecto de la Exposición, resultó ser
José Espiau y Muñoz que lo concibió y
construyó como un hotel de “grandes
lujos y magnificiencias”. Sus ricos
interiores, sus elegantes lámparas
colgadas de elaboradísimos y lujosos
artesonados, los suelos de mármol y de
madera, las alfombras de la Real Fábrica
de Tapices, los azulejos decorados, son
todavía testimonio de la categoría y
perfección conseguidas por escogidísimos
artesanos y artistas, tanto locales como
de otros lugares de España.
El coste total del
Hotel Alfonso XIII, incluido el
mobiliario, resultó ser de cuatro
millones de pesetas, más del diez por
ciento del coste total de los edificios
y obras públicas realizados para la
Exposición. Así, desde el primer día,
pudo colocarse cómodamente entre los
mejores hoteles del mundo.
Su estilo tan
característico es neomudéjar, una
versión historicista, tan en boga a
principios de siglo, de la tradición
regional inspirada en la arquitectura
árabe y con elementos decorativos del
rico plateresco sevillano. Lo más
impresionante es que tal riqueza se
pudiera obtener con materiales
considerados tradicionalmente como
pobres, tales como el ladrillo, yeso,
madera y cerámica.
Fue
éste inaugurado oficialmente el 28 de
abril de 1929, con ocasión de la boda de
la Infanta Isabel Alfonsa con el Conde
Juan Zamoyski. Con tal motivo, aquella
noche se celebró un suntuoso banquete
presidido por el Rey Alfonso XIII y la
Reina Victoria Eugenia. Tras los
postres, se ofreció en su honor un
fastuoso baile al que toda España deseó
haber podido asistir. Los caballeros
lucían sus uniformes de gala y las damas
vestidos de seda con sombreros a juego,
según cuentan las crónicas del momento.
Lo más característico
del Hotel, es su patio. En el proyecto
original, el edificio estaba construido
alrededor de un patio interior inspirado
en el Hospital de Los Venerables,
situado en el Barrio de Santa Cruz. Sin
embargo, durante una de sus visitas a
Sevilla, el Rey Alfonso XIII mostró su
desacuerdo con el proyecto y pidió al
arquitecto diseñar de nuevo el patio. Y
fue construido como se encuentra en la
actualidad.
La
Suite Real que siempre ocupaba Doña
María de las Mercedes, madre del Rey,
huésped habitual durante la Semana Santa
y Feria de Abril, tiene una superficie
total de 150 m2, incluyendo un salón de
90 metros con una arcada en el centro de
estilo isabelino. Techos pintados,
paredes enteladas de seda y de lino por
encima de un zócalo alto de azulejos
sevillanos. En la zona del comedor se
encuentra un valioso bargueño de madera
de raíz y nácar regalo de S.A.R. Begum
Aga Khan, así como una gran mesa inglesa
de estilo regencia, sillas y sillones
españoles, candelabros barrocos y tres
arañas de cristal de Bohemia. El
dormitorio cuenta con una cama de 2,10
metros con baldaquino, colcha, paredes y
cortina de seda adamascada, y baño de
mármol verde.
El Hotel dispone de
seis salones para conferencias y
banquetes. El Salón Real, antiguo
comedor principal del Hotel, marca su
apogeo decorativo. Se emplea para los
grandes banquetes y cócteles, por su
capacidad y su decoración. Se accede a
través de una reja de hierro forjado
como las que cierran los coros de
algunas catedrales andaluzas. En el
interior, once arañas de cristal de
Bohemia y bronce patinado en oro,
artesonado palaciego, grandes puertas en
arco a la terraza sobre el jardín,
orladas de caoba y ladrillo intercalado
de azulejos, elevado a la categoría de
material noble. Los Salones Andalucía,
Híspalis y Cartuja, uno a continuación
de otro, son de estilo neoclásico con
estucos dorados, puertas y ventanales de
arcos enfrentados, arañas de Bohemia y
suelos de mármol.
http://www.alfonsoxiii.com
Fotos: Francisco
Santiago© |