 l primer nombre
conocido de esta calle, al menos desde
comienzos del XVI, es el de San Pablo,
por el convento dominico de esta
advocación allí instalado en el siglo
XIII. La morfología actual de la calle
es el resultado de sucesivos derribos y
ensanches llevados a cabo a lo largo de
los siglos. Destaca en este devenir el
derribo en el año 1863 de la Puerta de
Triana o el compás del
convento de
San
Pablo poco después. La
Parroquia de Santa María Magdalena
ocupa hoy en día lo que fue el Convento.
Como consecuencia de
todas estas operaciones la calle
adquirió una anchura que históricamente
no había tenido y se perfila en la
actualidad como un eje de penetración
oeste-este de la ciudad, amen de ser el
comunicador natural con
Triana.
Su caserío, muy
variado, ha sufrido grandes alteraciones
en los últimos años. Buena parte de los
edificios de la primera mitad de este
siglo han sido sustituidos por modernas
construcciones de cinco y seis alturas.
Destaca la casa núm 3, de estilo
modernista y realizada por José Espiau y
Muñoz en 1908-9, así como la núm 6, de
estilo regionalista que se debe a Juan
Talavera (en los años 1923-4). Sin duda
el edificio mas significativo es la
parroquia de la Magdalena, (el templo
que hoy nos ocupa y muy pronto les
daremos a conocer).
Para concluir les
diremos que la funcionalidad y vida de
esta calle estuvieron marcados por la
desaparecida Puerta de Triana, que dio
nombre a todo este sector y constituía
el cierre del flanco oeste de la ciudad
y la vía de comunicación natural con el
Aljarafe y Triana. La primitiva debió
ser, como las restantes puertas de la
ciudad, un baluarte con entrada acodada,
y estaba situada en el cruce de Gravina
y Zaragoza.
En 1558 se construyó
una nueva a la altura de Julio Cesar y
Santas Patronas. Para agilizar el
tráfico de la zona fue demolida en 1869.
La función de paso hizo siempre de San
Pablo una gran vía de actividad y
movimiento, sometida al continuo
trasiego de peatones, carruajes y
caballerías. Por su proximidad al río
era una de las zonas mas vulnerables a
las crecidas.
Ha sido
tradicionalmente lugar de paso de
procesiones religiosas y cívicas,
recibimientos regios, manifestaciones,
autos de fe, etc., y punto de paradas y
diligencias y coches para los pueblos
vecinos. Cobra especial animación en los
días de Semana Santa pues por ella
discurren tanto las hermandades de la
zona (El Calvario, La Quinta Angustia y
Monserrat), así como las procedentes de
Triana.
Texto: José Alfonso Muriel - Fotos:
Francisco Santiago |