La Parroquia de Santa María Magdalena,
la Magdalena sin más para los
sevillanos, tiene su origen histórico en
los años inmediatos a 1248, en que tuvo
lugar la conquista de la Ciudad a los
musulmanes por San Fernando.
Fue el Arzobispo de Sevilla Don Remondo,
auténtico procurador de la Iglesia
hispalense desde aquel histórico 23 de
noviembre de 1248 -día en que la Virgen
de los Reyes tomó posesión de la
Mezquita Mayor Almohade- el que trazó la
división parroquial de la ciudad en
veinticuatro collaciones intramuros, a
las que se añadiría poco después la de
Santa Ana en el
arrabal de Triana.
El porqué de la dedicación de un templo
parroquial a la Santa de Magdala
permanece siendo una cuestión oscura, en
manos de los historiadores. Autores
contemporáneos se inclinan por la tesis
de que, al trazar el mapa parroquial, se
trató de representar una visión general
de la Iglesia. Así se dedicaron las
nuevas Parroquias al Salvador y a su
Madre - Santa María de la Sede, titular
de la Catedral Metropolitana-; al
arcángel San Miguel; al precursor del
Mesías, San Juan Bautista; a los Santos
Apóstoles; a Vírgenes y Santas (Santa
María Magdalena entre ellas) ;
finalmente a Pontífices, Confesores,
Arzobispos y Santos.
La collación fue una de las contiguas al
río, junto con las de San Lorenzo, San
Vicente y Omnium Sanctorum, con marcado
carácter periférico manifestado en un
menor porcentaje poblacional que las
nueve collaciones del núcleo central de
la ciudad - el correspondiente a la
ciudad musulmana ocupada-, y en la
existencia de fundaciones conventuales,
huertas y espacios semi-vacíos. Estos
rasgos van a caracterizar a nuestra
Parroquia hasta prácticamente el siglo
actual. Hoy en día la collación
comprende sectores que aún en el siglo
XIX estaban ocupados por huertas o eran
contiguos al río.
Hablamos de fundaciones conventuales en
la jurisdicción de la Magdalena.
Ciertamente hacia 1255 se tiene ya
noticia histórica de la existencia del
Convento de San Pablo, de la orden de
Santo Domingo de Guzmán o de
Predicadores. Fundado por Fernando III
el Santo para los religiosos dominicos
que asistieron a su ejército en la
conquista de Sevilla, se estableció en
terrenos cercanos al río, con abundantes
huertas. En la misma collación se fundó
asimismo el Convento de Nuestra Señora
de la Merced, de Frailes Mercedarios,
dedicados a la redención de cautivos. Su
magnífica Iglesia del XVII es hoy la
Sala principal del Museo de Bellas Artes
de la ciudad.
El templo
parroquial.
Del primitivo templo parroquial de la
Magdalena apenas si se conserva algún
tipo de testimonio indirecto en fuentes
históricas escritas. Fue derribado por
los franceses en 1811, cuando ocuparon
la ciudad los ejércitos napoleónicos. La
Iglesia parroquial se trasladó a la
Iglesia del Convento de San Pablo el
mismo año, aunque en 1815 volvió a ser
templo conventual. En 1838 se instala la
Parroquia de modo definitivo, al
abandonarlo los Dominicos con ocasión de
la Desamortización.
Por consiguiente la actual Iglesia
Parroquial de Santa María Magdalena fue
anteriormente templo conventual de San
Pablo, si bien no el primitivo medieval,
que se hundió hacia 1690, sino el
segundo, construido a finales del siglo
XVII y principios del XVIII.
Fundado el Convento en 1248, la iglesia
primitiva fue edificada en los años
inmediatos, y habría que pensar en una
hermosa fábrica mudéjar similar a la de
San Gil, Santa Marina o Santa Ana.
Consta que en 1350 fue prácticamente
destruida por un incendio,
reedificándose por el rey Pedro I el
Cruel. Del esplendor del convento y de
las riquezas de su iglesia dan fe los
principales historiadores de la época.
Luis de Peraza ofrece el siguiente
testimonio en su Historia de Sevilla,
escrita hacia 1535:
"Hay seis monesterios de frailes dentro
del circuito de Sevilla: San Pablo, de
la Orden de los Predicadores, mui
solemne convento, con su adornado
claustro y oratorio, y muy magnífico,
con su grandísimo y muy adornado
refectorio y odorífero, con sus mesas de
aciprés, donde a la continua residen
pasados de ochenta frailes, varones de
mucha santidad y así mismo mui grandes
letrados y excelentísimos predicadores,
y por eso este insigne convento es el
mas principal del Andaluzía, del qual es
agora prior, haviendo sido provincial de
toda el Andaluzía otras muchas veces, el
mui religioso en linage y en vida y
costumbres mui religioso y por eso muy
Reverendo Fray Alberto de las Casas,
natural sevillano, de la generosa
familia de los de las Casas, que con más
devido conombre de los Casaus se debe
nombrar."
Este Convento de dominicos de San Pablo,
"convento más principal del Andaluzía",
era la sede residencial del Padre
Provincial de la Orden de Predicadores,
así como un renombrado centro de
estudios teológicos y casa de noviciado.
Al convertirse Sevilla en la metrópolis
del Nuevo Mundo, el noviciado de San
Pablo llegó a ser el centro principal
donde se formaban y consagraban a Cristo
los frailes dominicos, que tan relevante
papel desempeñaron en la evangelización
del continente americano. Baste citar al
eminente Fray Bartolomé de las Casas,
consagrada figura de la Escuela Española
del Derecho Natural, defensor de los
derechos de los indios, que fue
consagrado Obispo de la Diócesis de
Chiapas (México), hoy de candente
actualidad, en este templo sevillano.
La Parroquia que hoy conocemos es obra
principal del estilo barroco sevillano.
A finales del siglo XVII, concretamente
en 1691, se inicia su construcción sobre
las ruinas demolidas del viejo templo
gótico de San Pablo. Al hundirse las
cubiertas del mismo, se produce su
inexorable ruina, encargándose la
reconstrucción al ya prestigioso
Leonardo de Figueroa, la figura clave,
como reconocen los más actuales
investigadores, del tránsito del barroco
del XVII al XVIII.
Leonardo de Figueroa, considerado por el
historiador Sancho Corbacho como el
"definidor del estilo barroco
sevillano", dejó en aquel período
muestras de su prodigioso sentido
estético, innovador con respecto al
Manierismo hasta entonces imperante, y "aclimatador"
de tendencias europeas, como se percibe
en las claras influencias de Borromini.
Es sin duda uno de los grandes
arquitectos y artistas que la
Providencia quiso regalar a Sevilla,
como lo demuestran sus monumentales
obras de primera fila : San Pablo el
Real, que hoy nos ocupa; la Iglesia de
San Luís de los Franceses; la Capilla
Sacramental de Santa Catalina; la
intervención en el Hospital de los
Venerables Sacerdotes durante 10 años
(1687-1697); la remodelación del Patio
Grande del Convento de la Merced; el
Patio de San Acasio (el actual Círculo
de Labradores), o el Palacio de San
Telmo, cuyas obras dirigió en una
segunda etapa (1722-1736), proyectando
la Fachada Principal, el patio central,
la Iglesia y gran parte de la portada.
Las obras en el Convento e Iglesia de
San Pablo se prolongaron hasta 1724, en
que fue consagrada - el dia 22 de
octubre -. Hacia 1709 la parte principal
de la fábrica estaba terminada,
destinándose los restantes años a
concluir la fastuosa decoración que aún
caracteriza al templo. En 1811, tras la
destrucción del templo de la Magdalena -
en el solar de la plaza del mismo
nombre- por los invasores napoleónicos,
se trasladó la sede de la parroquia al
Convento, si bien no de modo definitivo
hasta 1838, en que tras la
desamortización del Convento y la
Iglesia , los dominicos pierden
definitivamente la propiedad, y la
Iglesia se adscribe directamente a la
Diócesis. El conjunto de dependencias
del Convento los conservó el Estado - y
de ahí arranca la vinculación de muchas
dependencias anexas a la Delegación de
Hacienda-, o bien las enajenó – es el
caso del Hotel Colón, construido sobre
el magnífico claustro barroco derribado
en 1909 tras un voraz incendio-.
La estructura de la Iglesia es la del
primer templo gótico, sobre el que se
reconstruyó. Consta de tres naves
longitudinales y una transversal - el
transepto o nave del crucero- y cinco
capillas a la cabecera, la central o
Capilla mayor con un ábside ochavado. La
nave central es la más ancha y se cubre
con una bóveda de medio cañón perforada
por lunetos. Las naves laterales están
cubiertas por bóvedas de arista. Anexas
a estas naves se encuentran la Capilla
Sacramental y la Capilla de la Quinta
Angustia. La primera es rectangular con
bóveda de cañón con lunetos. La segunda
es posiblemente la única reliquia
medieval (de fines del siglo XIV), y
está formada por tres tramos cubiertos
con cúpulas octogonales de traza
mudéjar. Cada uno de estos tramos con su
correspondiente cúpula parece haber sido
una Capilla del primitivo templo mudéjar
de la Magdalena. Por su riqueza destaca
la central, dotada de pinturas fechables
hacia 1400, que fingen una decoración de
azulejos, similar a la de la Capilla de
San Gregorio de la Concepción
Franciscana de Toledo.
Volviendo a la nave central, se cubre
por una hermosa cúpula apoyada sobre
pechinas, con un tambor octogonal
decorado con pilastras y
capiteles-ménsula. Se remata con una
linterna ornamentada en su exterior con
atlantes de clara resonancia indígena
americana - azteca o maya- en un
bellísimo símbolo de lo que significó
esta Casa Madre dominica para los
Virreinatos de Ultramar. Una corona real
de hierro forjado culmina la barroca
fábrica. En el interior, las pechinas
están decoradas con relieves de madera
policromada con escenas del Antiguo
Testamento, sostenidas por el águila y
el león alado (símbolos de los
evangelistas San Juan y San Marcos) que
se deben al taller de Pedro Roldán: las
pinturas de ángeles y arcángeles que
cubren el interior de la cúpula , y el
simbólico sol del interior de la
linterna, se deben a Lucas Valdés.
En la cubierta del crucero existen
hermosas buhardillas, y en los pies una
hermosa espadaña de tres cuerpos. Las
portadas del templo son de línea sobria
dentro del enérgico barroquismo que
preside el conjunto. La más destacada es
la situada en la nave del crucero,
protegida por un guardapolvo de madera
con artesonado, o tejaroz, sostenido por
tornapuntas de hierro forjado; el Santo
Patrono de la Orden - Santo Domingo de
Guzmán-, en una admirable Imagen pétrea
de Pedro Roldán, la preside. La portada
de los pies del templo, bajo la
espadaña, presenta un enorme óculo
enmarcado por esferas cerámicas de color
azul, que simbolizan los misterios del
rosario.
La decoración interior del templo es muy
rica en pilastras y yeserías. La
inspirada obra de Lucas Valdés y su
taller trabajada al fresco sobre los
muros, enriquece el conjunto, con temas
relacionados con la Orden de Santo
Domingo, los misterios del Rosario que
decoran las naves laterales y con los
apóstoles de los pilares próximos al
retablo Mayor. Los últimos fueron
ejecutados por Clemente de Torres, Tovar
y Bernardo Germán Llorente.
El retablo mayor es un hermoso ejemplo
de talla barroca, fechable en las
primeras décadas del XVIII. Consta de
banco, dos cuerpos superiores de tres
calles compartimentadas por columnas
salomónicas, y de ático. Su compartida
dedicación a San Pablo y Santa María
Magdalena evoca la historia del templo.
En el ático aparece un altorrelieve con
la Conversión del Apóstol. El segundo
cuerpo lo preside la Imagen de San
Pablo, que cedió su principal hornacina
a la hermosa Imagen de la Titular de la
Parroquia ejecutada por Felipe Malo de
Molina en 1704. Bajo ella, la preciosa
Imagen de la Purísima Concepción titular
de la Hermandad Sacramental, obra
procedente del Virreinato de la Nueva
España (México) en el XVIII.
En los laterales del presbiterio existen
dos portadas de mármoles rematados por
hornacinas que representan la Esperanza
y la Caridad. La bóveda se dedica al
Triunfo de la Fé, siendo pintada por
Lucas Valdés- Aparece rodeada de
alegorías de las cuatro partes del mundo
entonces conocidas: Europa, Asia, África
y América. Santos de la Orden dominica
cubren los muros del presbiterio y se
extienden a la nave principal. Completan
el presbiterio dos enormes lienzos
originales del sevillano Matías de
Arteaga y Alfaro (s.XVIII), que
representan a David danzando ante el
Arca de la Alianza y El pueblo israelita
haciendo la ofrenda en el Templo de
Jerusalén (o la ofrenda de los panes por
Melquisedec).
La nave del crucero presenta unas
tribunas o deambulatorios de gran
originalidad en la ciudad, de madera
profusamente tallada y dorada. Sobre
ellas lucen dos hermosas pinturas al
fresco de Lucas Valdés. La del lado de
la Epístola representa un auto de fe en
la Edad Media. La del Evangelio la
entrada de San Fernando en Sevilla.
La primera Capilla del lado de la
Epístola, que estuvo dedicada a Santo
Domingo de Guzmán, es la que actualmente
posee la Hermandad del Calvario. El
portentoso crucificado de Francisco de
Ocampo, fechado en 1612, recibe el culto
de su Hermandad y sus devotos junto a la
bellísima Dolorosa de la Presentación,
obra de Juan de Astorga en el siglo XIX,
y el San Juan Evangelista del mismo
autor.
A su lado se encuentra una hornacina con
una imagen de Santa Mónica atribuida a
Pedro Roldán, y seguidamente la Capilla
de San Antonio, y ya en el muro del
crucero los retablos de la Virgen del
Carmen ( imagen de vestir de la escuela sevillana del XVIII) y de San José,
magnífica talla atribuida a Montes de
Oca. El último retablo del lado derecho
del crucero es igualmente barroco
(primer cuarto del XVIII), y cobija en
la actualidad - entendemos que de modo
provisional- a una Imagen moderna del
Sagrado Corazón.
Al inicio de la nave de la Epístola, se
encuentra una de las más valiosas obras
escultóricas de la Parroquia. Se trata
del relieve de la Asunción de la
Santísima Virgen, obra de Juan de Mesa
en 1619.
La Capilla Sacramental, a la que antes
nos referimos, guarda en el camarín de
su retablo una bellísima Inmaculada de
mediados del siglo XVIII flanqueada por
los arcángeles San Miguel y San Rafael,
así como las dos grandes joyas
pictóricas de
Zurbarán: La Curación
milagrosa del Beato Reginaldo de Orleans
y La entrega milagrosa del verdadero
retrato de Santo Domingo en el
monasterio de Soriano. Cierra la Capilla
una magnífica reja de 1588. Contigüa se
encuentra en el muro la pintura al
lienzo de La Virgen del Rosario
protegiendo las naves españolas en la
Batalla de Lepanto, magnífica
perspectiva de la famosa batalla naval,
obra de Lucas Valdés.
Un relieve dieciochesco de San Cayetano
y el retablo dedicado a Santa Rita de
Casia - representada en una imagen
barroca de vestir- dan paso finalmente a
la Capilla bautismal, en cuya pila se
cristianó el uno de enero de 1618 el
gran pintor sevillano Bartolomé Esteban
Murillo ( a otros muchos modestos
feligreses nos cupo el honor de ser
recibidos a la Fe en tan histórica
pila).
El espacioso Coro, que perdió su
sillería original, guarda en dos
ornamentadas hornacinas imágenes de
Nuestra Sra. del Rosario y de Santo
Domingo de Guzmán, patronos de la Orden
de Predicadores.
Continuando nuestro recorrido
encontramos la antigua Capilla
sacramental, con un altar neoclásico,
fechable en el primer tercio del XIX,
que alberga la Imagen de vestir de
Nuestra Señora del Rosario, cuyo culto
mantiene la Hermandad Sacramental, y que
fue la titular de la primera hermandad
rosariana de San Pablo. Seguidamente
está un altar barroco del primer cuarto
del XVIII con hornacina que cobija al
devoto Nazareno de las Fatigas, datado a
principios del XVII , y a continuación
el Altar de Animas, que en realidad es
un retablo-marco con un lienzo de las
ánimas del Purgatorio de mediados del
siglo XIX.
La moderna talla de la Virgen del Buen
Consejo preside el siguiente altar
barroco, en cuyos laterales se muestran
dos tallas meritorias barrocas de Santa
Bárbara y Santa Catalina.
Ya nuevamente en el crucero encontramos
el altar dedicada a la hermosa Virgen de
la Antigua, dolorosa de talla completa
al estilo granadino, ejecutada entre
1650 y 1651 por Pedro Roldán. Fue
titular de una rica y floreciente
Cofradía hasta el siglo XVIII, siendo
una de las Imágenes marianas de devoción
más extendida en la Sevilla barroca.
Pasó al Convento una vez extinguida su
Hermandad, abandonando su hermosa
Capilla ubicada en el Compás del
cenobio, que hoy constituye la sede
canónica de la Hermandad del Stmo.Cristo
de la Conversión del Buen Ladrón y
Nuestra Señora de Montserrat.
A ambos lados de la puerta que comunica
con la sacristía se encuentra dos
retablos del primer cuarto del XVIII. En
el primero se encuentra la bellísima
Virgen de las Fiebres, obra de Juan
Bautista Vázquez en 1565. En el otro un
grupo escultórico de San Joaquín y Santa
Ana dando lecciones a la Virgen,v
inculables a Francisco Antonio Gijón, en
la segunda mitad del siglo XVII.
Curiosamente, la relativa desproporción
entre las imágenes de los sagrados
abuelos se debe a su procedencia:
ocupaban altares distintos en la
primitiva Iglesia de la Magdalena. La
siguiente Capilla se dedica a la
Milagrosa; su reja está fechada en 1723,
y en el interior figura un retablo de la
misma época, con relieves de la vida de
San Pablo, vinculables al taller de
Pedro Roldán. La hornacina siguiente se
dedica a Santa Rosa de Lima, imagen
barroca de candelero que representa con
candor a la santa americana.
Finalmente se encuentra la Capilla de la
Virgen del Amparo, cerrada por medio de
una reja fechable en el primer cuarto
del siglo XVIII. El retablo es de esta
misma época, y en sus calles laterales
se encuentran Imágenes de San Gabriel (o
San Miguel) y San José. La devotísima y
hermosa imagen de de Nuestra Señora del
Amparo preside desde el camarín la
Parroquia y la feligresía, de la que es,
indiscutiblemente, su Patrona. A la
gubia de Roque Balduque, escultor de
origen flamenco, se atribuye con
fundamento su talla.
La Capilla de la Quinta Angustia, a la
que nos referimos anteriormente por su
valor arquitectónico, está presidida por
el misterio titular de la Hermandad. El
Señor del Descendimiento es portentosa
factura atribuida con fundamento a Pedro
Roldán. El misterio - los Santos
Varones, las Santas Mujeres y San Juan
Evangelista- son de Pedro Nieto. La
Santísima Virgen es una acertadísima
obra de Vicente Rodríguez Caso en 1933.
Se veneran asimismo un Cristo Resucitado
y la Imagen del Dulce Nombre de Jesús,
ambas obras de Jerónimo Hernández, junto
a unos magníficos ángeles. El patrimonio
pictórico es también muy rico. Valdés
Leal es el autor de la magnífica serie
realizada para el retablo mayor de la
desaparecida Iglesia de San Benito de
Calatrava, que hoy cobija la Capilla: el
Calvario, la Inmaculada, San Miguel, San
Antonio Abad, San Antonio de Padua, San
Juan Bautista, San Andrés, Santa
Catalina y San Sebastián.
En el "callejón" del Convento (que hoy
abre paso a la Sacristía y la puerta de
la calle Bailén) se ubica la devota
talla del Crucificado de Gonfalón, o
Confalón, de hacia 1536, vinculada a
Nicolás León.
Los tesoros parroquiales se completan
con los ajuares de orfebrería del
Convento de San Pablo y de la Parroquia
de la Magdalena. Destaca un ostensorio
manierista de mediados del XVII cuya
ráfaga está formada por cabezas de
ángeles enmarcadas en "ces", y el
manifestador fechado en 1729. El
tabernáculo de plata del XVIII de la
Capilla del Sagrario es otra obra
destacable. Pero la gran joya de
orfebrería es la Custodia procesional de
la hermandad Sacramental, iniciada por
Cristóbal Sánchez de la Rosa en 1670, y
terminada por Juan Laureano de Pina con
posterioridad.
La Sacristía posee hermosas pinturas
murales de mediados del XVIII, con la
Alegoria de la Encarnación y dos escenas
de la vida de San Pablo. Del despacho
parroquial merece destacarse la
decoración de yeserías del techo, obra
de Herrera el Viejo en 1624-1626; una
Virgen del Rosario de Francisco Pacheco;
una tabla de San Pedro y San Pablo de
hacia 1530, y un relieve de las Marías
ante el sepulcro, de la gubia de Juan
Bautista Vázquez el Viejo.
Concluye con ello esta apretada síntesis
de los valores históricos y artísticos
de nuestra singular Parroquia, que aúna
en su patrimonio material testimonios
principales del arte hispalense desde la
Edad Media hasta fines del XX. Un
artículo divulgativo como el presente,
cuyo único mérito es recopilar y
contrastar información documental,
quiere servir tan solo como estímulo
para acercar a los cofrades al
conocimiento y valoración de nuestra
querida Parroquia de la Magdalena.
BIBLIOGRAFÍA:
- GUERRERO LOVILLO,José : Guía Artística
de Sevilla. Barcelona,1962.
- DOMINGUEZ ORTIZ,A. y AGUILAR PI AL,F:
El Barroco y la Ilustración. Historia de
Sevilla. Sevilla, 1976.
-MORALES,A.; SANZ,M.J.; SERRERA,J.M.,
VALDIVIESO,E. ; Guía Artística de
Sevilla y de su provincia. Sevilla,
1991.
- VARIOS: Historia del Arte en
Andalucía. Tomo VII- Edic.Gever.
- Equipo 28 (para la CONSEJERIA DE
CULTURA): Andalucía Americana. Sevilla,
1989.
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José Alfonso Muriel
Texto: Carlos López Bravo - Fotos: Francisco Santiago |