l topónimo actual
debió usarse ya muy probablemente desde
el siglo XIII, en el que se establece la
Parroquia de la Magdalena
(+
datos). En 1936 pasó
a denominarse General Franco, quién ese
año encabezaba el levantamiento militar
y luego llegaría a ser jefe de Estado.
En 1980 volvió a recuperar el de Plaza
de la Magdalena, denominación que, a
pesar de los cambios oficiales, había
estado vigente a lo largo de los siglos
por el uso popular.
El
espacio actual es resultado de una
amplia operación urbanística realizada
entre los años 1840 y 1850, sobre la
antigua plaza y solar de la vieja
parroquia.
Destacaba una gran fuente
central, fechada en 1844, que venía a
sustituir a otra que se nutría de los
Caños de Carmona y que al menos desde el
siglo XVI suministraba agua a toda la
zona de
San Pablo. El
barón de Davilier describe así esta
plaza: ”la plaza de la Magdalena, con
sus puestos de agua, es una de las mas
pintorescas y animadas de Sevilla. Los
puestos de agua son pequeñas tiendas
donde se venden refrescos de todas
clases por poco precio”
En el siglo XVI se hacían allí
almonedas, que se prohibieron en los
días festivos. A principios del XVIII se
vendía también carbón, y en 1828 se
comienza a vender pan y hortalizas.
La
vida de la mezquita gravitaba en torno a
la parroquia, que tenía su cementerio
junto a sus muros. Mas tarde, después de
mediados del XIX, se convirtió este
lugar en uno de los puntos mas elegantes
de la ciudad, muy frecuentado como paseo
nocturno, con sus puestos de agua, la
parada de carruajes de alquiler y las
famosas fondas de Madrid y de París, dos
establecimientos hoteleros de gran
nombre. El caserío de
la plaza ha sufrido una de las mas
radicales transformaciones del centro
histórico de Sevilla. Los viejos
edificios de la segunda mitad del XIX
han sido íntegramente sustituidos por
otros de reciente construcción con
fachadas de dudoso gusto.
En la antigua parroquia de la Magdalena,
construida en el siglo XIII, estuvo
enterrado el imaginero Martínez
Montañés, según reza una lápida situada
en una fachada. Asimismo en esta plaza
sitúa el poeta Antonio Machado su
recuerdo infantil de la caña de azúcar,
que relata bellamente en Los
Complementarios. Fotos: Francisco
Santiago |