 XTERIOR DEL
TEMPLO
Abriendo a la
Ronda de Capuchinos tenemos la
puerta que da acceso al compás del
convento , que se trata de un gran arco
de medio punto en cuyo dintel se abre a
una hornacina con una escultura de San
Francisco tallada en piedra y realizada
por Pedro Navia a mediados de este
siglo. Esta escultura es copia del
original en terracota realizado por
Antonio Susillo, conservado en las
dependencias del convento.
Tras la puerta llegamos al compás o
patio que antecede la entrada al
convento e iglesia en la que llama la
atención una cruz de forja que se erige
a la derecha, nada mas entrar, que
recuerda muy probablemente el antiguo
cementerio del convento. Al fondo del
patio se alza la fachada de la iglesia,
mientras que el acceso al convento se
realiza por una puerta que hay a la
derecha, sobre la que se alza un azulejo
cerámico de San Francisco.
La fachada de la iglesia se compone de
un gran lienzo que se culmina por medio
de un frontón triangular. En su parte
baja se abren tres arcos de medio punto
que constituyen los accesos al templo, y
sobre éstos se alza un gran azulejo
cerámico de la Divina Pastora, realizado
en 1921 por Enrique Orce.
Este azulejo
conmemora el “Rescripto Pontificio”, a
través del cual el Papa concedió en 1920
que la Divina Pastora y las Santas Justa
y Rufina, fuesen declaradas titulares de
la iglesia. Si nos fijamos en este
azulejo veremos que en los ángulos
superiores del mismo figuran los
retratos de Fray Isidoro de Sevilla y
Diego de Cádiz, y en los inferiores se
hallan los bustos de las dos patronas
sevillanas; Justa y Rufina. El núcleo
central del azulejo lo ocupa la
representación de la Divina Pastora
según la descripción de Fray Isidoro de
Sevilla, verdadero inspirador de la
Divina Pastora, y el modelo iconofráfico
realizado por Alonso Miguel de Tovar,
quién representó a la Virgen sentada, y
acariciando a un cordero con la mano
derecha mientras que en la izquierda
sostiene un cayado pastoril.
La devoción a
la Divina Pastora
Fue en este convento de los capuchinos
de Sevilla donde, fray Isidoro, tras su
visión o sueño en que vio a la Virgen
como pastora, interpretó ello como que
la Virgen era Pastora de las almas. De
esta manera mandó a Miguel de Tovar un
lienzo, copia del azulejo que se expone
en la fachada de la iglesia, para
posteriormente sacarlo en procesión de
rosario público por las calles. lo que
sirvió para despertar la devoción hacia
la
Divina Pastora de las Almas, devoción
que pronto se extendió no sólo por toda
Sevilla sino por toda España, y pasó a
las provincias españolas de América y
filipinas.


INTERIOR DEL
TEMPLO
Antes de pasar al interior del templo me
gustaría recordar que tanto el antiguo
altar mayor como muros de las naves se
decoraron originalmente con lienzos de
Murillo, que salieron del templo para ya
no volver jamás con la desamortización
de Mendizabal. En la actualidad estos
cadros se encuentran en el Museo de
Bellas artes de Sevilla. Estos cuadros
originales a los que me refiero son ; El
abarzo de Crsito de San Francisco, la
Virgen de la Servilleta, El Nacimiento,
La Anunciación, San Felix de Cantalicio
y San Antonio.
Una vez cruzamos las puertas llegamos al
atrio del templo; A la derecha se alza
un retablo cerámico con el tema El
abrazo de Cristo a San Francisco, copia
del original de Murillo obra de Enrique
Orce. Justo al lado hay una inscrpción
que alude al enterramiento de Fray
Isidoro de Sevilla, el que se ha
convertido en uno de los frailes mas
emblemáticos de la comunidad.
El interior del templo nos transmite la
sobriedad y ascetismo tan característico
de las comunidades capuchinas. Se huye
de toda decoración efectista o
espectacular, en aras de un interior con
muros y techumbres pintados tan solo en
blanco, y una serie de discretos altares
en los que se da culto a una serie de
imágenes. En las iglesias conventuales
de franciscanos no hay un retablo mayor
en la zona del presbiterio; nunca vamos a
encontrar estos típicos retablos que
hemos venido viendo en las iglesias
sevillanas. En este caso la parte el
presbiterio es plano y el altar mayor lo
preside un cuadro del Abrazo de Cristo a
San Francisco, obra del siglo XVIII, muy
oscurecido por el paso del tiempo y los
barnices que cubre el lienzo. Debajo de
este cuadro se halla un interesantísimo
crucificado de estilo barroco del siglo
XVIII, del que no se sabe nada sobre su
autor. Es un crucificado vivo, que mira
hacia la derecha y que se retuerce en la
cruz de forma dramática. A los lados de
éste se sitúan sendas tallas en madera
policromada del taller de Duque Cornejo,
de las Santas Justa y Rufina. También
muy interesantes son los ángeles
lampadarios, de gran tamaño y autor
anónimo, que anteceden esta zona del
presbiterio.

 

 
NAVE DE LA EPÍSTOLA
Desde los pies de la zona de la epístola
y en dirección al presbiterio
encontramos los siguientes altares:
La gran mayoría de los altares de las
naves laterales son de muy reciente
factura, no tienen mas de diez años y
están realizados en madera bajo un
estilo clásico, digamos renacentista,
son muy simples.
El primero que nos encontramos al
comenzar nuestro paseo por la nave de la
derecha es el dedicado a San Luís, que
cobija en su hornacina una imagen del
titular en madera polícromada de autor
anónimo y fechable entorno al siglo
XVIII. Lo mas interesante de este
retablo se encuentra en la parte
inferior, en la que se abre una
hornacina acristalada tras la cual
podemos contemplar la delicada obra de
la Virgen dormida, obra de Sebastián
Santos Rojas, en la que aparece la
Virgen Niña dormida en una
representación,
como digo, muy dulce y de formas muy
estilizadas que se alejan del hacer
barroco típico sevillano. A continuación
sendos cuadros, copias modernas de
Murillo, que representan a Santo Tomás
de Villanueva adulto y niño, otro de las
Santas Justa y Rufina.
El siguiente retablo es el dedicado a
Fray Diego de Cádiz, cuyo titular es
obra de Antonio Susillo de 1894, que fue
costeada en su tiempo por la Infanta
María Luisa Fernanda. Este beato
capuchino secundó la obra realizada por
Fray Isidoro sobre la Divina Pastora,
componiendo mas de 1500 sermones,
fomentando esta devoción a la Pastora
que se difundió por Francia, Italia,
Canadá, Australia y Mesopotamia. Es muy
curiosos este retablo ya que el Santo
titular se encuentra enmarcado por
diversas reliquias; entre ellas, su
sombrero, libros y otros artículos
personales, así como ropas y las sábanas
en las que se le envolvió una vez
muerto. También hay un relicario que
contiene la faringe, y no menos curioso
es un crucifijo roto del que solo se
conserva los brazos y parte del madero
que los sujeta. De este trozo de
crucifijo ya hablaremos en el capítulo
dedicado a las curiosidades si les
parece.
El último de los retablos es el dedicado
a San Félix ofreciendo el Niño a la
Virgen, en cuya hornacina se halla el
titular en madera policromada obra de
vestir del siglo XIX, que por cierto, no
se conserva muy bien.
Al final se halla expuesta un Virgen con
Niño, obra anónima del siglo XVIII de
tamaño académico.
No voy a hacer referencia a los
numerosos cuadros de la Divina
Pastora que se encuentran en los muros ya
que son muchos, y representan
iconográficamente lo mismo.
NAVE DEL
EVANGELIO
De la cabecera del Evangelio y hacia los
pies nos encontramos en primer un
retablo que preside una interesante
Virgen de candelero, La Virgen de los
Dolores, obra de Juan de Astorga del
siglo XIX. De ahí que no nos resulte
extraño su parecido con la Dolorosa de
la Hermandad de los Estudiantes.
Sobre retablo moderno se encuentra una
talla en madera policroma de San
Francisco de Asís de este siglo obra de
Pedro Navia y Campos. A su lado hay un
lienzo copia de Murillo con el tema El
Éxtasis de San Francisco, y justo
después, sobre pedestal escultura del
Sagrado Corazón moderna, del taller de
Olot.
Ya cerca de los pies de esta nave
izquierda se abre la hornacina en la se
venera a la Divina Pastora, obra de José
Fernández Guerrero de 1822. Sus
vestiduras son muy elegantes y el cayado
pastoril se ha transformado en un báculo
semejante al que llevan los abades y
priores en las ceremonias solemnes.
Parece ser que es escultor que la talló,
José Fernández, realizó su rostro
inspirándose (o mas bien copiándose) de
la conocida Venus de Médicis. Según la
iconografía de la Divina Pastora, Maria
viste con zurrón y cayado, y al fondo se
ve la oveja descarriada, indefensa ante
el lobo infernal, pero liberada
oportunamente por un ángel celestial o
San Miguel quién, espada en mano, la
protege de las fauces de la fiera. Como
podemos comprobar toda la composición
lleva una fuerte carga bucólica.
La imagen actual fue restaurada por
Sebastián Santos en 1956, cambiándosele
los ojos y realizando los corderos que
la acompañan. En 1982 se le hizo un
nuevo cuerpo para reemplazar el viejo
maniquí, obra de Francisco Buiza.
La última imagen expuesta al culto en
esta nave no deja de ser menos
interesante; se trata de un San José,
tallado en madera del que muy poco se
sabe, incluso hay quién duda de que se
trate de San José. Sea como fuere me
parece que se trata de una obra cercana
al siglo XVIII de talla completa cuya
policromía parece original.
HERMANDADES
Tras la procesión pública que realizó
fray Isidoro con el lienzo de la Divina
Pastora en el año 1703, el entusiasmo y
fervor de Sevilla fue tal que Fray
Isidoro se decidió a fundar una
Hermandad, que fundó el el mismo año de
1703 en la iglesia parroquial de Santa
Marina, el templo desde donde realizó la
primera salida de Rosario público.
Tras esta hermandad primitiva se
fundaron otras en el convento de
Capuchinos, en la parroquia de Santa Ana
de Triana, y en el convento franciscano
de San Antonio de Padua en la calle San
Vicente.
Estas hermandades comenzaron desde el
primer momento a celebrar cultos
semanales en honor de la Divina Pastora,
cultos que alcanzaron una gran
importancia, predicando en ello los mas
ilustres oradores sagrados; y también se
hicieron por los mejores músicos y
poetas numerosas coplas en honor de la
Divina Pastora.
En esta iglesia tan solo existe una
hermandad que es La Hermandad del Redil
Eucarístico de la Divina Pastora de las
Almas y del Beato Diego José de Cádiz.
La imagen actual que se venera en esta
iglesia fue traída por Fray Miguel de
Otura desde Cádiz, y se convirtió en una
de las imágenes sevillanas mas hermosas
y afamadas. Era tanta la popularidad de
esta Hermandad, que la empresa de toros,
ante el temor de que se malograsen sus
festejos, llegó a suscribir un convenio
con el rector de la iglesia, para
asegurarse que la jornada de la
procesión no coincidiera con ninguna de
sus corridas.
El 12 de mayo, debido a los sucesos
revolucionarios, la Divina Pastora tuvo
que ser sacada de la iglesia por las
huertas de la parte de atrás del
convento, para ser escondida en una casa
particular, hasta que pasó el peligro y
retornó felizmente a su iglesia en 1937.


CURIOSIDADES Y
ANÉCDOTAS
Históricamente, la Ronda de Capuchinos,
situada a extramuros de la ciudad,
cumplió una función muy peculiar, pues
desde 1521 hay noticias de la
construcción junto a la Puerta de
Córdoba de un “ensayadero de justas”,
lugar en el que se celebraban las justas
entre caballeros. Pues parece ser que
desde el siglo XVII, y sobre el lugar en
el que se celebraban las justas, se
instaló un juego de pelotas para
caballeros y , según Ortiz de Zúñiga,
allí falleció de muerte repentina en
1667, jugando a la pelota, el duque de
Medina-Sidonia, don Juan Gaspar Pérez de
Guzmán. Dicho campo de juego se mantuvo
hasta 1745, año en el que se trasladó al
Arenal.
Texto: José Alfonso Muriel - Fotos: Francisco Santiago
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