ay una realidad
patente que a primera vista no es
detectable pero que, en ciudades como
Sevilla, forman parte directa de los
poderes locales y estatales. No hay que
remontarse muchos siglos atrás, cuando
la religión era parte fundamental en la
composición del Estado, para encontrar
estos rangos de poder eclesiástico que
movían ejércitos a su antojo.
Hoy en día, en una
sociedad cada vez más laica, hay un
vestigio importantísimo de las
reminiscencias de antaño, como son las
Hermandades y Cofradías hispalenses que,
aunque de carácter seglar, están
directamente vinculadas a lo que
denominamos religiosidad popular, aunque
en muchos casos esta “religiosidad”
choque frontalmente con la “Iglesia”.
Aunque las mismas
están cargadas de ambigüedad, dualismo y
pluralidad, sin olvidar sus
limitaciones, igualmente hay que
tenerlas en cuenta porque en España y
más concretamente en Andalucía, un
amplio porcentaje la población forma
parte de alguna Hermandad, ya sea de
Penitencia, Sacramental o de Gloria y,
sin dudarlo, son parte del poder
popular.
Igualmente este
amplio grupo, no contempla aquellos que
se forman en la actualidad en torno a
las nuevas parroquias e iglesias de los
barrios, donde Asociaciones o
Agrupaciones de fieles, dan culto y se
organizan en torno a la devoción a
nuevos Titulares que aspiran, algún día,
a formar parte de la nómina de
Hermandades reconocidas por su diócesis.
Un ejemplo claro lo tenemos en la
barriada de Pino Montano, donde la
Agrupación de Jesús de Nazaret cuenta
con unos 1.800 miembros aproximadamente.
De los Orígenes
lingüísticos e Históricos hasta la
actualidad.-
Sus antecedentes
lingüísticos hacen que directamente nos
refiramos al termino latino
“confraternitas” para referirnos al
origen de la palabra, igualmente en
ingles sería “fraternities” o “brotherhood”.
Sus orígenes tienen vinculación
directamente proporcional al poder de la
Iglesia. Aunque hay vestigios más
antiguos, puesto que ya en tiempos
visigodos tuvo preponderancia la
Catedral de San Vicente, posiblemente
establecida en los terrenos que
actualmente ocupa la parroquia del
Divino Salvador, la Edad Media (Siglos
VII al XV) es donde muchas de ellas
comienzan a tener preponderancia, siendo
en un principio de carácter benéfico,
dedicadas sobre todo a la caridad,
atención de enfermos e impedidos y
estando ligadas a conventos, órdenes
religiosas y hospitales.
La necesidad de
acceder al pueblo hizo que el culto
interno saliera a la calle,
convirtiéndose en público, siendo
entonces cuando las Cofradías se
organizan en torno a la devoción a su
Cristo, Virgen o Santo Titular.
Era la Sevilla
amurallada, con sus 14 puertas de acceso
y 4 postigos que recibía las dos orillas
del Guadalquivir, por un lado desde el
floreciente Arenal, por el otro, el
arrabal de Triana, entre ambas orillas,
daban vida a unos 60.000 habitantes que
se postraban ante sus Devotas
Advocaciones, en la mayoría de los casos
para paliar el hambre y las enfermedades
que azotaban aquella época.
Tanto impulso tuvo
que el rey Enrique IV de Castilla (1473)
restringió el número de Cofradías,
prohibiendo aquellas que no fueran por
causas pías o con real licencia.
Posteriormente Carlos I en 1534 y 1552
siguió la misma política de
restricciones, con lo cual es patente y
evidente la proliferación de las mismas.
Igualmente, en esta
época hay que indicar la multitud de
tipos de Cofradías, según sus fines,
como era el caso de las piadosas, las de
apoyo económico, de caridad, sociales,
de penitencia, por la paz, para defensa
de la fe, las gremiales o profesionales,
etc… Dentro de las mismas cofradías, las
hay que se conforman al ser sus miembros
de un mismo grupo social, de un mismo
oficio, clericales, mixtas (clérigos y
laicos) y ordenes militares, entre
otros.
El siglo XVI supone
un auge en la renovación de las mismas,
sobre todo ante la necesidad de
defenderse ante el protestantismo, ante
la negación de la santidad de María o
ante los herejes. Por este siglo más de
100 hospitales con sus respectivas
capillas o iglesias se componían en el
paisaje urbanístico hispalense y se
revitaliza el barrio de Triana,
coincidiendo con el auge de la ciudad
debido al comercio con las Indias.
En el siglo XVII toma
impulso la devoción a Jesús Nazareno
(anteriormente era a Jesús Crucificado)
e igualmente la devoción a María. Triana
ya se ha convertido en un punto crucial
para el comercio, al amparo del Castillo
de San Jorge, donde desde la época de
los Reyes Católicos se había convertido
en santo y seña de la Inquisición.
El siglo XVIII supuso
un retroceso en cuanto a las Cofradías.
De esta época, casi coincidiendo con los
principios de la centuria, surge el
abolengo para formar parte de las
hermandades y cofradías y también la
persecución de la raza gitana, que a
mediados de siglo, de la mano de Zenón
de Somodevilla, marqués de la Ensenada,
ministro de los reyes Felipe V y
Fernando VI, alcanza su punto álgido que
fue continuado por conde de Aranda y el
de Campomantes, ministros del ilustrado
y modernizador Carlos III.
El siglo XIX tiene en
su primera década, un factor
importantísimo a la hora de evaluar el
deterioro del panorama religioso. Con la
Invasión Francesa, gran parte del
patrimonio es confiscado y numerosos
templos y hermandades pierden sus
enseres y pertenencias. Posteriormente,
sería la Desamortización de Mendizábal
la causante de la desaparición de
numerosos templos y con ello,
igualmente, la pérdida de bienes de
numerosas hermandades, dándose la
extinción de varias. Estos males duraron
hasta la restauración borbónica con
Alfonso XII en 1874, ya en la segunda
mitad del siglo XIX.
La época más actual
nos remite al primer tercio del siglo XX,
donde la Iglesia intentó mediar con la
República para evitar lo que fue
inevitable: la Guerra Civil. Tras ella,
El nacionalcatolicismo se convirtió en
un revulsivo para revitalizar la
religiosidad popular, tan dañada en los
años previos a la contienda con la quema
de templos y destrucción de imágenes
religiosas, que se extendió hasta los
primeros años de la Contienda y que ha
permanecido con la llegada de nuestra
joven Constitución.
La actualidad, ya
metidos en el Tercer Milenio, ha
continuado el impulso de las Hermandades
y Cofradías, aunque con menos énfasis en
el termino “religiosidad” y acusando más
tendencia lo “popular”, adaptándose la
Iglesia a los tiempos que corren y donde
las Hermandades se han regularizado
dentro del Código Canónico como
“asociaciones públicas”, creándose desde
el propio Arzobispado de Sevilla,
durante el curso 2000/2001, el Instituto
Permanente de Formación para Jóvenes de
Hermandades y Cofradías, que comenzó con
bastante aceptación su programación en
el 2001/02 y ya con internet como gran
fuente de conocimiento y evangelización.
El auge de Internet a
un nivel popular, ha hecho que los
primeros años del siglo XXI, hayan dado
nuevos frutos a nuestras hermandades,
donde la actualidad cofradiera ha tomado
gran preponderancia, siendo ya habitual
el visitar la casa hermandad virtual de
las numerosas corporaciones que ya se
han desarrollado en la cultura de la red
de redes.
Los Cofrades
Hoy en día, sobre
todo en Andalucía, es muy extraño no
encontrar entre los miembros de una
familia, algún miembro perteneciente a
una Hermandad, siendo esto en Sevilla,
todo un referente social, donde es fácil
encontrar cofrades pertenecientes a
varias hermandades y donde ser miembro
de una Junta de Gobierno, es sinónimo de
popularidad.
Es tal el poder
social de las Hermandades y Cofradías,
que en multitud de casos chocan
directamente con los poderes del Estado
y la Iglesia, quedando patente que el
poder popular que se reúne en torno a
las Cofradías tiene la capacidad de
involucrarse directamente con el poder
político del Estado.
Prueba de ello fue
cuando en Sevilla se intentó cambiar de
fecha del Corpus o quitar como fiesta el
día 8 de diciembre, festividad de la
Inmaculada Concepción, donde hasta hubo
manifestaciones multitudinarias en
contra de estos cambios, que no llegaron
a producirse.
Los cofrades de hoy
en día, en un grado mayoritario, actúan
como tales guiados más por la tradición
que la devoción, siendo su participación
como “hermanos” casi nula en la inmensa
mayoría o vinculada a las fechas
próximas a la Semana Santa o a un acto
extraordinario.
Los signos externos
se han convertido en referente de las
hermandades, como son sus propios
colores, sus propias insignias, su
propio escudo y, por supuesto, su propia
identidad. En Andalucía incluso podemos
relacionar, aunque esto parezca mentira,
las Hermandades con los equipos de
fútbol, donde hay rivalidad, diversidad,
himnos, poder y clases. ¿Es bueno ver la
religión desde este sentido?
Personalmente creo que sí.
Igualmente hoy en día
se busca el pertenecer a una Junta de
Gobierno para tener repercusión a escala
social y cultural, estando muy
vinculados (sobre todo en Sevilla) el
Ayuntamiento y los partidos políticos
con los actos y cultos organizados por
las hermandades. Incluso esa vinculación
llega más allá en la capital Hispalense,
donde el propio Consistorio participa
directamente con las hermandades u
organiza actos relacionados con la
religiosidad popular, ante el conocido
poder de convocatoria.
Aunque en un
principio las normas de cada Hermandad
rigen la vida cotidiana en las mismas,
donde se acentúa el carácter religioso,
en la realidad sobresale el carácter
popular de las mismas y se peca
(venialmente en la mayoría de los casos)
de lo mismo que en cualquier otra
asociación o comunidad de carácter
popular.
Dos puntos muy
relevantes en cuanto a las Cofradías y
Hermandades es el fetichismo creado en
torno a las Imágenes devocionales y a la
autonomía de las mismas respecto a la
jerarquía eclesiástica, creándose en
ocasiones conflictos y descoordinación
entre Hermandad-Iglesia, donde en
numerosas ocasiones el pueblo choca
inevitablemente con el párroco o la
comunidad religiosa de su templo, puesto
que el clero, no ve en las imágenes
signos de divinidad, refiriéndose a
ellas con argumentos despectivos.
Pero hay que ser
realistas, hoy en día la ideología
política y las hermandades no están
reñidas, es decir: muchos escépticos
visten la túnica nazarena de su
hermandad, profesando directamente su
amor a los Titulares que representan a
Cristo y María, que a los curas y
párrocos que intentan evitar la
idolatración desmedida que se está
produciendo.
Quizás y desde un
punto de vista egoísta, la Iglesia
debería utilizar estos elementos en su
favor y no en contra, porque está claro
que la fe necesita un actividad social
en torno al mantenimiento de los templos
y la realización de las labores de
caridad y acción social que, sin
feligreses, es materialmente imposible
realizar. Y estos feligreses, devotos de
imágenes más que de la religión
católica, son lo que pueden mantener la
Iglesia. Por supuesto esto no deja de
ser una reflexión personal.
Los Números
• Hermanos
Las Hermandades y
Cofradías en España, sin contar las
asociaciones devocionales, pueden
superar con facilidad el número de
10.000. Suponiendo que aproximadamente
el número de hermanos sea de 200 por
cada una, estaríamos hablando de
2.000.000 de personas. Este ejemplo es
sólo de carácter informativo, puesto que
sólo en Sevilla, las Hermandades del
Gran Poder y Macarena llegan a superar
los 25.000 hermanos entre las dos y en
Toledo, la Cofradía de la Virgen de la
Concha, supera los 5000 hermanos y la
del Dulce Nombre de León, cuenta con
unos 7000 (datos aproximados).
• Sus edades
Según una encuesta
realizada en todo España por el profesor
Borobio, de la Universidad Pontificia de
Salamanca, un 61 % de los cofrades son
menores de 40 años, siendo los de edades
entre 40 y 60 años el 29 %, estando un
26% entre los 15 y 25 años.
• Sus motiviaciones.
Defender la cultura,
tradición familiar, devoción a los
Titulares o una forma de participar en
la Iglesia son algunas de las
motivaciones expuestas para formar parte
de una Hermandad, aunque en este caso
más del 70 % sería por reconocida
devoción a sus imágenes Titulares.
• Los Fines
Una mayoría de los
cofrades piensa que el fin principal es
el Culto Público, mientras que la
Educación de su fe, o que su fin
principal es la caridad, es esbozado por
un breve porcentaje.
• La Formación
Aunque todas las
Hermandades ejercen formación a sus
hermanos, ya sea por medio de
conferencias, catequesis o actos
diversos, quizás se haga patente una
preparación previa a la admisión como
tales. Una preparación que implica la
aceptación por ambas partes, pueblo e
Iglesia, del verdadero significado de
una Hermandad del siglo XXI.
• Nuevos Elementos
Los intereses
Turísticos, el espectáculo, las
costumbres populares o la permisividad
son nuevos aspectos que van relacionados
con las Hermandades y Cofradías de hoy
en día. Igualmente el interés por el
merchandising que a la vez supone una
parte muy importante para los ingresos
de las mismas. Incluso las Hermandades,
elevan y mantienen sus propios templos y
capillas, para no depender directamente
de una autoridad religiosa que, como
hemos comentado, en numerosas ocasiones
no ve con buenos ojos las hermandades.
De hecho y esto no es
ningún secreto, la mayoría de las
parroquias de nueva construcción, están
diseñadas y realizadas para
imposibilitar la salida desde ellas de
ningún paso, de ahí sus puertas de
pequeñas dimensiones. Incluso se comenta
que la restaurada parroquia de San
Román, antigua sede canónica de la
Corporación de los Gitanos, ha
“reformado” la altura de su puerta
ojival, para impedir que pueda salir
desde la misma ninguna Coporporación,
aunque estos datos no están
contrastados.
La Política de las
Hermandades y Cofradías
Según la definición
desde el punto de vista jurídico, las
hermandades y cofradías son asociaciones
públicas de seglares que se reúnen con
un explícito fin religioso, rigiéndose
por el Derecho Canónico y las Normas
Diocesanas, siendo por decreto
arzobispal la aprobación de las mismas.
Desde la visión más social, se puede
decir que son asociaciones destinadas a
organizar rituales y celebraciones
populares que se han convertido en
Fiestas Mayores, caso de la Semana
Santa.
Con todo ello, la política siempre se ha
situado al lado de ellas y, aunque tras
el franquismo se pensó que el cambio
influirían negativamente en las
cofradías, ha sido todo lo contrario,
encontrando a veces más impedimentos por
parte de la propia Iglesia que de los
grupos sociales. Actualmente una
Hermandad es la plataforma más rápida de
acceso a niveles sociales superiores y
de convertir a una persona en un
personaje público.
La Hermandad se ha convertido en una
plataforma en la cual tienen cabida
todas las clases y estamentos sociales
con lo cual, y a través de su difusión,
las mismas se han convertido
indirectamente en vehículos de
transmisión de datos, los cuales llegan
a medios de comunicación, entidades y,
por supuesto, a sus hermanos.
En Sevilla, además, se da el caso de ser
el Ayuntamiento el creador del hoy
reconocido Pregón de la Semana Santa y
la participación del Consistorio en
actos y cultos relevantes, algo ya
totalmente habitual.
El Merchandising
Parte de los ingresos
directos de las Hermandades y Cofradías
es el tema de la venta directa de
recuerdos, ya sea en forma de estampas
de los titulares, medallas, así como
todo tipo de productos que valgan como
recuerdo.
Este merchandising no siempre revierte
en la Hermandad, debido a la
especulación que existe con los derechos
de imagen y la apropiación indebida de
los signos particulares en beneficio de
particulares, lo que ha originado que se
empiece a registrar los símbolos e
imágenes de las corporaciones, caso de
las sevillanas hermandades del Gran
Poder o Macarena, entre otras.
Dentro de este mercado, se intentan
imponer “comerciantes” que ven en
nuestras cofradías una manera fácil de
ganar (o de blanquear) dinero, estando
al frente de dichos comercios personas
totalmente ajenas a la religiosidad
popular y, lo peor, totalmente exentas
del menor atisbo de dignidad hacia el
entorno de virtudes que se conforma en
la moralidad y la fe de nuestras
hermandades y cuyo único “titular”, al
cual demostrar devoción, es el beneficio
económico desmedido y carente de
valores.
Bibliografía:
Santiago,
Francisco (Dossier Hermandades)
Romero Mensaque, Carlos. Domínguez León,
José. Breve Historia de la Semana Santa
de Sevilla. Editorial Sarria. 2003
Borobio, Dionisio. Hermandades y
Cofradías: Entre pasado y futuro.
Dossiers CPL 98. 2003
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