DHay que remontarse
hasta Alejandría durante los años que
van de 183 al 254 d. C., para descubrir
a Orígenes (este era su nombre), hijo
del mártir Leónidas, creador de la
catequésis e impulsor de los misterios
de la vida de Jesús y distintos pasajes
marianos, que dieron pie a las primeras
advocaciones mariológicas que fueron
creciendo hasta convertirse en
Corredentora.
En el siglo XIII
surge en Alemania la advocación y
festividad de la Virgen Dolorosa en
Viernes de Dolores, instaurándose
posteriormente el 15 de septiembre, que
perdura hasta nuestros días. Los Dolores
referidos a Servitas, nace en Italia, al
igual que lo hizo en el esplendor del
Renacimiento la advocación de la Piedad.
Es a partir del
Concilio de Trento, convocado por el
Papa Pablo III (celebrado en tres fases
entre 1545 y 1563) donde se multiplican
las acepciones y misterios de la vida de
Jesús, siendo este el punto de partida
de advocaciones como Siete Dolores o
Esperanza.
El termino esperanza,
referido a la Virgen María proviene de
la contemplación teológica de María como
“tomadora” de Esperanza que a su vez es
“dadora” de esta virtud por medio de la
oración. La relación entre la advocación
“de la O” y “Esperanza”, viene
directamente de la costumbre hebrea por
la cual a las mujeres que estaban en
cinta (estado de buena Esperanza),
cuando les quedaba una semana para dar a
luz, solían quedarse en casa rezando los
salmos bíblicos, los cuales se
caracterizan por iniciarse con la
interjección “Oh”, siendo simplificado
este término hasta quedar en “O”.
La gran eclosión de
esta advocación se desarrolla en el
siglo XVI, sobre todo con el desarrollo
de las Cofradías, siendo la primera
conocida la que radicaba en Málaga y que
daba culto a una imagen de la Virgen de
la Esperanza.
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