La priostía es quizás
de las partes de las juntas de gobierno
de las Hermandades menos conocidas y
reconocidas, en cambio gracias a su
labor, en multitud de ocasiones los
cultos de las hermandades se convierten
en verdaderos monumentos al buen gusto.
Cuando hablamos de
cultos de Reglas, refiriéndonos a
triduos, novenas, besamanos, quinarios,
etc, no sólo se tiene en cuenta lo que
es la parte en si de los rezos, de vital
importancia es la ardua labor de la
priostía por engalanar los altares para
dichas conmemoraciones, llegando a ser
en algunos casos, noticia en la prensa.
De igual manera, de ellos depende el
montaje de los pasos procesionales y sus
característicos conjuntos.
Porque estos
conjuntos abarcan desde la orfebrería,
el exorno floral y las telas que
representarán el pasaje bíblico de la
Pasión, Muerte y Resurrección de
Jesucristo o a su Madre, ya sea
expresando su dolor o en gloriosa
alegría.
De ellos depende la
limpieza de los enseres, con extremo
cuidado para salvaguardar el patrimonio
y utilizando todos los medios para
garantizar su correcta manipulación.
Para esto, el equipo de priostía también
cuenta llegada la Cuaresma, con los
hermanos que conforman los grupos
jóvenes, que les ayudan en la limpieza
de los enseres.
La priostía también
se encarga de mantener el conjunto de
bordados y piezas de tela, así como le
perfecto estado de conservación de las
piezas en madera tallada y dorada. En
conjunción con la priostía, están las
labores de los vestidores, que en su
labor conjunta dan la magnitud antes
referidas a estos altares efímeros que
se conforman en los cultos anuales y en
la Semana Santa.
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