La Inquisición en
España se autoriza por el Papa Sixto IV
en 1478, durante el reinado de Fernando
V e Isabel, más conocidos como los Reyes
católicos. Durante los primeros años de
vida de la Inquisición española, la
represión fue feroz y la inquina de unos
y de otros hizo que proliferaran las
torturas y las condenas a muerte. Las
gitanas eran echadas a la hoguera por
brujas y los judíos por propagar
herejías contra el cristianismo.
Tal agudeza alcanzo
la inquisición española que el Papa la
declaró independiente a la general
establecida por la Iglesia, perdurando
la misma hasta que fue totalmente
abolida por decreto de 15 de julio de
1834.
La Inquisición fue la
justificación que encontraron los reyes
católicos para frenar el auge económico
y social que alcanzaban los judíos
establecidos en España frente a la
crisis económica que se alzó en los
siglos XIV y XV, agravadas por las
epidemias que menguaron la población
cristiana, sin afectar a la judia. Esto,
lejos de ser un milagro, era más bien
obra del cuidado y limpieza a los que se
sometían los judíos, mientras que los
cristianos, incluso incluían en las
penas impuestas a los reos el tener que
bañarse.
Igualmente influyó la
posición económica de los judíos y sus
ansias de encontrar Estado propio sin
terminar de establecerse en las tierras
que los acogían,siendo además hábiles
prestamistas y cobradores de tributos
reales que amasaron una amplia fortuna
gracias al desplome económico y la
escasez de recursos, sin olvidar que
este empleo estaba prohibido a los
cristianos, al considerarse la usura
como pecado.
Todo esto, fue la
amalgama que alimentó el odio del pueblo
cristiano hacia los judíos,
extendiéndose un antisemitismo general
al que se le sumó el hecho histórico de
ser el pueblo que condenó y Crucificó a
Jesucristo. Por ello, al unificarse
Castilla y Aragón con los reyes
católicos, uno de los cinco Consejos
Reales fue la creación del Consejo de la
Suprema y General Inquisición, la cual
tenía como máximo representante al
Inquisidor General, forjada con la
convicción de la unificación y la lucha
contra los denominados infieles, en
principio los judios y posteriormente
moriscos y gitanos.
El Tribunal de la
Inquisición tenía competencia sobre los
delitos sobre herejía, apostasía,
judaísmo, blasfemia, bigamia, lectura,
comercio y posesión de libros e imágenes
prohibidas por obscenas, decir misa sin
estar ordenado, hacerse pasar como
religioso o sacerdote sin serlo,
solicitar favores sexuales a las devotas
en confesión, lectura, comercio y
posesión de libros de autores
subversivos franceses-; lectura,
comercio y posesión de libros de autores
contrarios a la corona, a España o a la
Iglesia, etc, y toda actividad que en
alguna forma impidiese o dificultase las
labores del tribunal así como aquellas
que atentasen contra sus integrantes.
El Tribunal tenía
atribuciones de confiscar las
propiedades y bienes de los acusados y
el expolio en caso de ser considerados
culpables. Lo curioso del caso es que se
encontraron culpables a la mayoría de
poseedores de fortunas y bienes.
Los sucesos de Sevilla que comenzaron
con los juicios contra judios en 1480,
se conocieron por España y se producen
súplicas a los Reyes , que publican un
edicto de gracia al que se acogen más de
veinte mil conversos en Castilla, aunque
el dominico Torquemada se encargó que ni
reyes ni religiosos intervinieran en su
proyecto.
Tomás de Torquemada, prior de Santa
Cruz fue Inquisidor General de 1483 a
1498.
Tras las
persecuciones del año 1.391, muchos
judios conversos se refugiaron en el
último reducto del islán en España, como
era el reino de Granada. Tras la
reconquista, tampoco se tuvo piedad de
ellos siendo los conversos empalados y
posteriormente quemados, siendo
expulsados los moriscos
Su predominio fue
total, consiguiendo la Iglesia una
cantidad ingente de recursos gracias a
la confiscación de bienes de los
condenados y se mantuvo a todo esplendor
hasta el siglo XVIII, sobre todo por el
enorme gasto del Tribunal, que tuvo que
acudir a la corona para que les apoyara
y mantener su Status.
En el año 2000, Juan
Pablo II, pide perdón en nombre de la
Iglesia Católica, al mundo por la
intolerancia y la violencia causada
contra los disidentes, por el desprecio
hacia los judíos, los pecados contra el
amor, la paz, los derechos de los
pueblos, y los cometidos contra la
mujer, los pobres y los marginados. Bibliografía:
Eslava Galán, Juan
Ortiz de Zúñiga. Anales de Sevilla
P. Mariana, Historia de España, (Lib.
24, c. XVII)
Vidal, Jose Manuel. Suplemento CRÓNICA
de Diario El Mundo
J. M. Montero de Espinosa: Relación
histórica de la Judería de Sevilla.
Sociedad de Bibliófilos Andaluces, 1978.
Edición facsímil, p.95. |