En 1965 se
suprimieran muchas costumbres que se
habían alejado del verdadero sentido del
cristianismo, una de las que cambió fue
la Liturgia de la Eucaristía, de la
cual, hay que distinguir tres lugares
para su celebración: La Mesa de Altar,
la Sede presidencial y en Ambón o lugar
de lectura de la Palabra de Dios.
El Altar, se llegó a
utilizar como expositor de reliquias y
objetos de veneración, celebrando el
sacerdote la Eucarístía de espaldas al
pueblo, con lo cual, este Sacramento
pasó a un segundo plano que, unido a la
utilización del latín, aparte de la reja
que se impuso en los presbiterios.
Con el Vaticano II la
Mesa del Altar vuelve a ser la atención
de los creyentes, siendo uno solo (antes
tenía mesas laterales) y sin imágenes ni
reliquias sobre ella, siendo visible con
esto a todos, sin excepción.
Posteriormente se acentuó que la mesa
debe de estar lo más cercana posible a
los asistentes.
La Sede presidencial,
es donde Cristo, en la persona del
ministro, debe presidir, y no ser al
contrario, como sucedía antaño, que era
más el sitio de honor reservado al
ministro. El tercer lugar corresponde al
Ambón, donde se proclama la Palabra de
Dios, no desde el Altar, como se hacía
hasta entonces, donde el orador debe de
oirse y verse, por lo que debe de estar
en lugar fijo, elevado y destacado, a la
vez que separado de la Mesa del Altar,
para diferenciar la Palabra del
Sacramento.
Fotos: Francisco
Santiago |