 undado por los Carmelitas Descalzos
del convento de Nuestra Señora de los
Remedios, que se encontraba situado en
el arrabal de Triana. Los frailes
sufrían a menudo las molestias e
incomodidades que ocasionaba el vadeo
del río Guadalquivir, cuando se
trasladaban a Sevilla para efectuar su
misión de apostolado.
Para evitar este
contratiempo, por otra parte inevitable,
el padre provincial Fray Agustín de los
Reyes, compró una casa por 5000 ducados,
donde había estado anteriormente el
Hospital de la Santa Cruz en Jerusalén,
situado en la conocida calle ancha de la
Magdalena. Esta adquisición se realizó
el 30 de Agosto de 1587, colocándose el
año siguiente, y con toda solemnidad, el
Santísimo Sacramento en la Capilla del
hospital.
No faltaron
privaciones y penurias a la congregación
residente la cual se aferró al cenobio
durante varios años, hasta que la
Providencia vino a socorrer a la
comunidad en el año 1600, por medio del
Licenciado Martín Pérez Barnuy y su
esposa doña Beatriz Montoya que
aportaron 2000 ducados de renta y unas
casas. Este bondadoso gesto terminó con
la etapa de penurias y dio paso a un
período de mayor esplendor y
prosperidad.
Durante la invasión
francesa la comunidad carmelita demostró
un arriesgado patriotismo, hasta que fue
disuelta por el nuevo Gobierno en 1810.
En 1835 las reformas desamortizadoras de
Mendizabal afectaron a esta casa
religiosa, que como otras muchas de la
misma índole fueron enclaustradas en
Sevilla.
La Iglesia, puesta
bajo la protección del Santo Ángel de la
Guarda, fue pronta en elegir esta
advocación, pues fue en el siglo XVI
cuando por primera vez se constata la
devoción a los ángeles, y en el siglo
XVII cuando el papado la consagró,
edificándose capillas en su honor. En
Roma a finales del siglo XVI existió una
imagen del Santo Ángel de la Guarda de
gran devoción entre los fieles. Su culto
nació en Rodez a principios del XVI,
potenciando su devoción el obispo
Francois d´Estaing, mas tarde Santo.
Este prelado compuso su oficio y
consiguió que León X aprobara su fiesta.
La primera misa en honor del Ángel de la
Guarda se dijo el 3 de Junio de 1526,
que se tuvo que celebrar al aire libre
por la gran afluencia de peregrinos.
El culto a este
espíritu se propagó en el siglo XVI en
medio de luchas religiosas y las
condenas de Lutero y Calvino. En el XVII
se generalizó tanto que el Papa Clemente
X le impuso en la Iglesia Universal. Fue
entonces cuando se crearon cofradías en
su honor y se levantaron capillas,
Iglesias y altares. Por la literatura se
difundieron los misterios y obligaciones
del Ángel de la Guarda que eran;
acogernos al nacer, caminar a nuestro
lado, velar por nosotros y apartarnos de
la muerte, defendernos contra las
tentaciones y ofrecer a Dios nuestras
plegarias. A él se deben los encuentros
fortuitos y decisivos de nuestra vida,
permaneciendo con nosotros incluso
después de nuestra muerte. En la
sepultura vela por nuestras cenizas y
las junta en el día de nuestra
Resurrección.
La compañía de Jesús
se mostró siempre entusiasta de este
nuevo culto. La iconografía del Ángel de
la Guarda tiene su fuente en la del
Arcángel San Rafael, que acompañó al
joven Tobias a Rägues de Media. Esta
representación se interpretó y muy
pronto se dispuso al Ángel de la Guarda
en el lugar del Arcángel San Rafael,
llevando de la mano un bello niño, que
podía variar de edad, y algunas veces
podía aparecer luchando con el demonio
que amenazaba al pequeño.
Fotos: Francisco
Santiago© |