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XXX Pregón del Carmen. Irene Gallardo.-

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VE MARIA PURISIMA MATER DEI ET DECOR CARMELI

12 de Julio de 2004, Parroquia de San Pedro

 

Nunca en mi vida crucé ni cruzaré la orilla de Triana con tanta ilusión. Eran las nueve y trece minutos de aquella fría mañana del 13 de Enero de 2003, cuando un hombre de mediana edad y voz tierna me susurró al oído diciendo: “es muy guapo y se parece todo a ti”.

Aquellas palabras vinieron a remover los cimientos de mi alma, al verificar, que el regalo que el Dios de nuestros padres había hecho a una pareja de enamorados era ya una realidad. No pude verle, ni cogerle entre mis brazos, ni besarle ni decirle “te quiero”… para ello tuve que esperar casi dos horas… ¡Qué largos minutos de espera para sentirle!. Hasta que al fin, tras el beso tierno que depositó mi esposo sobre mi rostro,… le vi… entre sábanas blancas y lazos azules, con la color morena y la frente risueña.

Se llama Rafael y su sonrisa lanza al viento la felicidad inocente de los diecioho meses que atesora con el alba en la boca y el caramelo de la ilusión en los ojos. Ahora y sólo ahora, puedo comprender, qué fue para la Doncella sin mancilla de Nazaret la llegada de un hijo, del Hijo de Dios.

Por eso Señora, al verte con la mirada perdida en tus cuitas pero asiendo fuerte al niño, (no sea que se suelte, con las ganas que tiene de bajarse del Altar y jugar), entiendo más tu amor, entiendo tu bondad, entiendo tu ternura. Dichosa Tú Señora, que en aquella fría noche entre animales y hombres, pariste al mismo Dios, a Jesús Redentor.

Capitana Bendita, Dulcísima María,
quédate en intra mar cuidando de estos hombres,
que a las plantas benditas de la Madre de Díos,
se muestran implorantes para Tu bendición.

Por el mar de la vida,
guía nuestra esperanza
como brisa marina
con viento de bonanza.
Protégenos del mal
y al llegar el final,
lánzanos ese ancla
color de escapulario,
que al Carmelo en Sevilla
se va por el Rosario.

 

Reverendo Padre, Sra. Hermana Mayor de la Antigua, Real, Muy Ilustre y Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora del Carmen, Beato Marcelo Spínola, María Santísima del Rosario y Santo Domingo de Guzmán. Señores Hermanos Mayores, señoras y señores, amigos y hermanos cofrades en Cristo Nuestro Señor.

Vengo esta noche calurosa, como corresponde a las calendas que nos rodean, a pedir perdón, sí, vengo a pedir perdón por tener la osadía de colocarme ante el atril y dirigirme a ustedes, que con tanta ilusión, (no me cabe duda), esperan que les cante las Glorias del Carmelo de María, con la fuerza de la devoción y la intensidad de la palabra.

Y quiero pedir perdón, por si mi torpe verso y mi lerda expresión literaria, no se hallan a la altura de la confianza depositada en mí.

Aún recuerdo como si fuera ayer, aquella tarde gris y fría que de no haber sido porque había nazarenos añejos que la calle engalanaban y que venían del arenal, de cerca de las atarazanas, nadie hubiese dicho que era Viernes Santo.

Aquella tarde, tras el velo gris de las lágrimas que San Pedro lloró en la Campana , pude adivinar el rostro roto de una Madre de Dolor transida y en su Soledad sumida.

A los pocos minutos, recibí la visita en el balcón de la Campana, donde me encontraba retransmitiendo la Semana Santa para mi querida casa, la Cadena COPE, de dos buenos amigos, Teófilo Manzano y Manuel Guijarro.

Les atendí con un sentimiento melancólico. Estaba triste por el día que se nos había presentado con la climatología tan adversa y alegre por ver a dos buenos amigos siempre.

Fue entonces cuando de pronto me propusieron que hiciera el Pregón de ésta Bendita Hermandad.

Yo, como ustedes convendrán conmigo, me quedé perpleja y casi sin palabras.

Acepté, y bien lo sabe Dios y Su Bendita Madre, que más que nada me pudo el agradecimiento que le profeso a mi querida Hermandad del Carmen de Santa Catalina y a estos dos buenos amigos que siempre han estado ahí, demostrando su indeleble amistad. Gracias Teo, gracias Manolo.

De cualquiera de las maneras, hoy estoy aquí, ante ustedes, gozando de tan alto honor que no merezco y con el ruego de que escuchen mis palabras con los oídos del alma y los del corazón.
 

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Fotos: Francisco Santiago©

Conocer Sevilla 2004 - Francisco Santiago©