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Pregón de la Santa Cruz.-

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Cruz de Mayo en Los Arcos 2003 / Foto: Francisco SantiagoLa Cruz es para el cofrade de Sevilla, fiel compañera del cuerpo lánguido del Hijo de Dios, es modulo de armonía estética, es sabedora de su sufrimiento, es Sagrada Madera que acaricia los estigmas del cuerpo del Salvador.

En los cultos de cuaresma y cuando las hermandades celebran los devotos besapiés, es altamente normal una vez besado los pies de Cristo crucificado, tocar sensiblemente con las yemas de los dedos el leño de donde pende el cuerpo del señor, en una actitud quizás de acariciar.

Para decretar el origen del fervor crucero es esta ciudad nuestra, hay que ser consciente de la profunda veneración, el amor y la devoción a la Cruz de Cristo que se profesaba en los monasterios pertenecientes a la orden franciscana, cuyos religiosos contribuyeron a difundir ampliamente este culto en todos aquellos lugares donde iban estableciéndose.

Y precisamente fueron ellos, los frailes terceros de la orden de San Francisco, los que fundan en las décadas posteriores a la reconquista de la ciudad de Sevilla, el convento situado en la plaza del mismo nombre, hoy día, sede del excelentísimo ayuntamiento de la ciudad.

Cruz de mayo 2003 por las gradas de la Catedral / Foto: Francisco SantiagoY desde este lugar emplazado en las plazas de San Francisco y la hoy día conocida por Plaza Nueva, es desde donde ejercerían una notable influencia en la religiosidad popular de la ciudad de Sevilla, llegando a fundar en el año de 1448 esta insigne y seráfica Hermandad de la Santa.

Vera-Cruz, inspirada en la veneración al Sagrado Madero, aunque, ya en el año de 1.370 se reunían devotos de la Santa Vera Cruz en ese convento casa grande de San Francisco, con la única misión de dar culto a la Cruz, símbolo por excelencia del cristianismo, ya que la Cruz es la imagen medular del cristiano, no obstante en los primeros tiempos de la cristiandad no llego a representarse a cristo en la Cruz, ya que la crucifixión se consideraba infamante, teniéndonos que retroceder en el tiempo hasta los siglos V y VI para hallar las primeras representaciones de crucificados.

A partir de su abolición por Constantino, es cuando la Cruz se transforma en signo de redención, y con ello se motiva su culto. Estas cofradías, fundadas por los padres franciscanos centraban su piedad en el misterio de la crucifixión de Cristo, y acostumbraban también a celebrar cada tres de Mayo la fiesta de la invención de la Cruz, completando así el ciclo pascual con la conmemoración del triunfo de la Resurrección a través de un ceremonial en torno a una Cruz gloriosa y florida.

Cruz de Mayo AA. VV. Calle Vidrio 2004  / Foto: Francisco SantiagoCon el paso del tiempo, el carácter festivo y jubiloso relacionado con el Santo Madero iría concediéndose de la originaria condición penitencial de la hermandad. Otro de los hechos que incurrieron para engrandecer el origen de esta fiesta, fue la creciente importancia que a partir del siglo XVI fue adquiriendo en toda la archidiócesis de Sevilla la recreación del Vía Crucis.

Este ejercicio pasional, actualmente muy desarrollado por nuestras hermandades como acto cuaresmal, partía habitualmente de una parroquia, y las diferentes estaciones eran simbolizadas por cruces instaladas en hornacinas y que eran después motivo de exaltación y alegría durante la festividad del tres de Mayo.

A lo largo del pasado siglo XIX se reafirma el acervo devocional al santo madero, desligado ya del culto penitencial iniciado por esta hermandad de la Vera Cruz y animado por un cariz pagano heredero de las celebraciones clásicas que tenían lugar con motivo del retorno de la primavera.

Cada calle o cada sector urbano construía una sencilla Cruz de madera que quedaba albergada en casas particulares y eran expuestas durante la fiesta del mes de Mayo recibiendo culto popular en los patios de vecinos, debidamente exornados, aunque manteniendo aún su primigenio carácter sacro con algunas funciones de orden religioso, carácter este, hoy día ausente.

Cruz de Mayo del Lavatorio / Foto: Francisco SantiagoLas Cruces de Mayo, son reducto de una religiosidad atada a la noche de los tiempos, las cruces se levantaban, cuajadas de flores, en las plazas, pasajes y recintos abiertos, adornados con la naturaleza que el mismo mes de mayo nos proporciona, además de mantones bordados con motivos florales, colchas multicolores y la sabiduría popular en el exorno.

Fueron pasando los años, llegando hasta principios del siglo pasado, donde las celebraciones de las Cruces de Mayo llegan a alcanzar su máximo esplendor, tanto en las casas señoriales de la ciudad, como en los corralones de vecinos, donde de verdad se celebraban la auténtica, espontánea y sincera fiesta popular.

En estos corralones y patios de vecinos es donde se palpaba todo el sentimiento desde los días previos. El montaje de la cruz, que habrá sido celosamente instalada en las vísperas, por las mujeres de la vecindad, que habrán estado trabajando sin descanso no solo en la decoración de la cruz de mayo, si no en la labor de hacer vecindad, de hacer hermandad, de compartir los problemas y las ilusiones, en ahuyentar el desarraigo y en fortalecer la convivencia.

El centro del patio era el altar donde se colocaba la Cruz de Mayo, que sin duda era y es la protagonista del acontecimiento. Días antes se baldeaba, se fregaba rodilla en tierra con estropajo y jabón verde y se encalaba de blanco impoluto todo el patio, se pintaban de verde esperanza todas las rejas y barandillas que asomaban al patio, se hacían guirnaldas, cadenetas y flores de papel de multicolores, se abrían baúles y armarios para airear el olor del alcanfor, los mantones, las colchas que primorosamente estaban guardados por formar parte del ajuar de las hijas mayores de las casas.

Cruz de Mayo por la Plaza Virgen de los Reyes 2004 / Foto: Francisco SantiagoLlegada la primera noche de la celebración de la Cruz de Mayo, aparecerán las mujeres de la casa de vecinos, aireando sobre el colindante de sus mejillas, extensos corales engarzados en oro, sus cabellos exornados con una moña de jazmines que ellas mismas se habrán hecho con las flores del jazminero de corralón, y aparecerán en el patio vestidas de flamenca, con batas de volantes y engalanadas con mantones bordados en sedas de colores, en sus manos revuelos de abanicos y sus rostros llenos de satisfacción y prestas a vivir la intensa noche de la Cruz de Mayo.

Asociaciones de vecinos, hermandades de penitencia, hermandades de gloria y sacramentales, así como peñas y entidades son las encargadas de rememorar esas estampas ya desaparecidas. A estas instituciones se les encomiendan hacer de Sevilla hoy día, un escenario de antaño y llenar las calles de fiesta por estas fechas en nuestra ciudad.

El mes de Mayo tiene la magia de esas fiestas que se adornan de soñadas tradiciones, que se envuelven en el mito y la leyenda. La Cruz no es sólo flor; es también canto, lírica, verso y escenificación dramática. Por dondequiera que brota en el aire la copla, y una constante musiquilla que simboliza el cancionero, el cancionero de la Cruz de Mayo, una vieja creación del pueblo venida no se sabe de donde, para alabarla y piropearla. Allí donde hay una cruz salta la copla:

Cruz bendita de Mayo
siempre resplandeciente,
bendita y alabada
seas para siempre. 

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Fotos: Francisco Santiago©

Conocer Sevilla 2004 - Francisco Santiago©