a
majestuosidad que desprenden las
cofradías sevillanas es directamente
proporcional a la gran labor de los
artesanos, los cuales le dan vida
propia. La historia nos muestra un grupo
de artistas rodeando cada paso;
imagineros, tallistas, doradores,
orfebres, bordadores y maestros
floristas.
La imaginería
sevillana es ahora mismo fuente de
inspiración para toda España y
Sudamérica, recreando sus imágenes con
el estilo gótico característico que hizo
famoso a los grandes imagineros de los
siglos XVI y XVII (Martínez Montañés,
Juan de Mesa, La Roldana, Gijón, Montes
de Oca, José de Arce,) o en posteriores
como Castillo Lastrucci, Antonio Buiza,
o Sebastián Santos.
Esta tradición escultórica ha seguido
vigente en nombres como Antonio Illanes,
Ortega Brú, Luis Álvarez Duarte, Antonio
J. Dubé de Luque, Juan Manuel Miñaro,
Manuel Hernández León, José Antonio
Navarro Arteaga o Manuel Ramos Corona.
También encontramos verdaderas obras de
arte en las distintas composiciones que
hay en los pasos y que forman parte de
los respiraderos, jarrones o laterales
de los pasos.
Son pequeñas figuras que representan a
querubines, profetas, momentos de la
Pasión o los Santos Apóstoles. Quizás
estén menos apreciadas porque
normalmente nos solemos fijar en las
imágenes superiores, pero algunas
canastillas dan un aire de majestuosidad
insuperable.
Otro aspecto importantísimo es la Talla.
Parece obra de Dios el contemplar como
la madera torna obra de arte en cada
paso (barroco, neobarroco, neogótico,
churrigueresco), pero son manos humanas
junto a la escofina, las que realizan
esta increíble labor. Entre los
tallistas podemos destacar nombres como
Antonio Martín Fernández y Manuel Guzmán
Bejarano.
Y si hablábamos de la
mano de Dios para dar forma a la madera,
el siguiente paso es el Dorado de la
misma, como si de un milagro se tratara,
la madera torna en oro que, a pesar de
ser metal, se va extinguiendo con el
divino llanto en forma de lluvia, labor
que es recuperada gracias a la
restauración. Entre los doradores
podemos encontrar a Manuel Calvo Carmona
o Herrera y Feria.
Y esos bordados que dan relieve al manto
de María Santísima, son otra gran obra
artesanal reconocida y de gran mérito,
al igual que los palios y faldones. Pero
no sólo la creación está presente en las
labores de este gremio, también la
restauración es obra importantísima,
reduciendo costes ante el alto precio
que puede suponer a una Hermandad el
Bordar un manto nuevo.
Desde el considerado maestro de
maestros, Juan Manuel Rodríguez Ojeda,
pasando por La familia Caro, familia
Olmo, Taller Santa Bárbara, José Ramón
Paleteiro los Talleres Fernández y
Enríquez, y el futuro, expresado en el
joven bordador Antonio Grande de León,
podemos encontrar una buena muestra de
artistas que se dedicaron o se dedican a
esta labor de grupo.
Para poner broche de oro a la artesanía
divina hablaré del repujado en plata y
otros metales nobles. La Orfebrería es
en el paso de palio, lo que en el de
Cristo son los doradores y tallistas.
Porque la plata por si sola tiene valor,
pero en manos de un maestro orfebre se
hace arte.
Coronas, respiraderos, peanas, varales,
candelerías, faroles y candelabros de
cola, dan a los palios esa forma tan
especial y artística de valor
incalculable. Pero no solo los palios
gozan de las labores de estos artesanos,
también los de Cristo, muestran de estas
labores en algunos ornamentos y, por
supuesto, en las Potencias y Cruces de
carey y plata.
Claro exponente son los pasos de Jesús
de la Pasión y del Nazareno de Las Siete
Palabras, ambos realizados en plata. En
ambos pasos hay un denominador común e
importantísimo, pieza fundamental en la
Semana Santa: El Llamador.
Y en el cortejo que acompaña a los
pasos, encontramos las varas, faroles,
estandartes, banderines, etc, que
encabezan los tramos de nazarenos y la
Cruz de Guía, también de incalculable
valor artístico.
Entre los maestros orfebres destacamos a
Fernando Marmolejo Camargo, Manuel de
los Ríos Navarro (Orfebrería Andaluza),
Cayetano González (Orfebrería Villarreal),
a Juan Borreo y Francisco Fernández
(Orfebrería Triana), los Hermanos
Delgado y por supuesto a Orfebrería
Ramos, herederos del saber y buen hacer
de una tradición familiar.
No quiero olvidarme de los ceramistas
que, a pesar de no influir ni participar
directamente en los cultos y estación de
penitencia de las Hermandades, si que
realzan y ensalzan a sus titulares con
esos retablos cerámicos que se componen
en las fachadas de nuestros Templos.
Verdadera artesanía al servicio de la
Pasión que también tenía que aparecer en
estas líneas dedicadas a la artesanía
divina. |