Los plateros sevillanos se organizaron
como gremio sobre mediados del siglo XIV.
En 1344 Alfonso XI dictó las ordenanzas
de los Orfebres. En ellas se habla del
gremio de plateros como ya organizado y
constituido preferentemente por
castellanos llegados a Sevilla con los
conquistadores. Cosa que se deduce sobre
todo de los apellidos, en un noventa por
ciento de origen cristiano.
El siglo XVI es trascendental para el
gremio de los plateros, durante el cual
ya no se dedican preferentemente al tema
de la ley de los metales, sino a la vida
del gremio como comunidad. Se funda la
Hermandad de San Eligio, patrón de la
platería, llegando la devoción a Sevilla
estando bien avanzado el siglo XVI.
Dentro de las tres etapas por las que
paso la platería durante el
Renacimiento, la segunda corresponde al
pleno triunfo del gremio (1550 y 1575) y
a ella pertenecen La Custodia
Procesional, Trono del Santísimo y eje
de la Procesión del Corpus Christi
sevillano, obra del ilustre platero
nacido en León, Juan de Arce, el cual se
traslada a Sevilla para realizarla.
La obra de arfe se vio continuada, entre
otros, por Francisco de Alfaro, que
realizó la Custodia chica o de la Santa
Espina, cuya obra se vio reforzada por
la abundancia de plata procedente de las
Indias, la difusión de los tratados
sobre el arte y la técnica de los
metales preciosos y a las obras
italianas importadas.
Otra de las grandes obras de la platería
es el Altar de Cultos de la Catedral
Hispalense, obra de Juan Laureano de
Pina y por su discípulo Manuel Guerrero,
el cual lo labró y repujo sobre un alma
interior de madera. La urna que lo
centraba es una pieza aparte de fecha
posterior, hoy guardada en el tesoro de
la Catedral al no cumplir con la Reforma
Litúrgica la misión de culto.
Fotos: Francisco Santiago© |