-Varios fueron los momentos que
compartimos con Agustín Hepburn en mi
Hermandad de Torreblanca. La verdad es
que no fueron muchos, pero sí muy
intensos. Y desde el primer día que nos
visitó compartimos con él toda esa
ilusión que teníamos -que tenemos- cada
año, organizando y preparando
nuestra Estación de Penitencia, nuestros
Cultos, nuestra Procesión del Corpus
Christi, nuestra Procesión de San
Antonio de Padua,.... Rápidamente se
contagió de nuestras inquietudes y al
mismo tiempo nosotros nos contagiamos de
su excelente personalidad.
Puede ser que su presencia, sencilla,
tan amable, tan correcta,... no fuera
muy bien acogida en algunos lugares, al
menos con la consideración que todas las
personas se merecen. En alguna ocasión
hablamos de ello. Y yo compartía con él
esa misma impresión. Él, porque
trabajaba en un medio de comunicación
local; nosotros, porque... en fin, por
el sambenito de la mala fama que le
tienen colgado a nuestro barrio.
Le contaba yo la conversación telefónica
que mantuve con el Subdirector -por
aquel entonces- de ABC de Sevilla. Iban
a editar con el periódico, en sus
páginas centrales, durante la Cuaresma,
un dossier de las Hermandades de Sevilla
y al interesarme para facilitarle la
información que necesitaran sobre
nuestra Hermandad, me contestó el Sr.
Subdirector que el coleccionable sólo
comprendía a las Hermandades de
Penitencia que realizan su Estación de
Penitencia a la Catedral y..., bueno
Agustín me contaba como intentaba llamar
allí y aquí, con una palmadita en la
espalda le decían, ¡bueno, Agustín,
veremos lo que se puede hacer!
Cosas muy distintas, pero que en el
fondo tenían cierta similitud, sobre
todo cuando tocó techo con esa salida
del medio en el que trabajaba para
quedarse en el paro. Desde entonces no
levantó cabeza, aunque siempre seguía
igual de simpático, igual de servicial.
Siempre trató a la Hermandad de
Torreblanca de una manera especial,
porque especiales fueron los momentos
que vivimos con su presencia. Pero sobre
todo con sus palabras que nos hicieron
vibrar en varias ocasiones, en distintos
actos que celebró en nuestra Parroquia.
Siempre con su cámara allí donde había
algún acto, algún culto,... Fuera en la
calle Pureza, ante la Virgen de la
Esperanza o en el Pozo Santo, ante la
Divina Pastora. A él no le influían los
estratos sociales, ni le importaba si en
tal o cual Hermandad se presentaban
varias candidaturas a sus
elecciones. Con su cámara asistía y
trasladaba actos tan diversos y tan
entrañables, que ganó por meritos
propios la simpatía de todos los
cofrades y sevillanos en general.
No quiero dilatar más estas letras.
Agustín era alguien comprometido con su
trabajo y con el ser Cofrade, creo que
ese es un análisis justo y real. Pocos,
muy pocos, tratan como él trató la
información cofrade. Quizá por ello no
tuvo la suerte que necesitó en vida y
que ahora muchos lamentan o reprueban el
no haberle dado una oportunidad cuando
todavía era posible.
Quizá, después de varios meses, estas
letras no hagan más que caer en lo ya
escrito. Pero la diferencia está en el
origen de las mismas. Agustín Hepburn,
un amigo, un hermano, a pesar de las
pocas ocasiones en las que tuvimos
ocasión de tratarnos. Sólo espero que
allí donde estés, pronto, si no ya,
estés compartiendo poesía con todos los
que un día se fueron. Que el Señor te
ampare y te reciba en la Gloria.
Manuel Castillo López
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