¡Ya no puedo más! Quizás deba seguir tu
ejemplo callar, agachar la cabeza; sólo
levantarla para sonreír, decir un piropo
y hacer como si no pasara nada. Pero no
puedo Agustín, he callado 15 días y ya
no puedo. La gota que ha colmado mi vaso
ha sido una carta que he recibido de la
Asociación de la Prensa, en ella, la
Junta Directiva informa sobre la
decisión de realizar un estudio de la
situación real de la profesión, también
destaca que la Asociación no ha recibido
en los últimos años ninguna denuncia o
queja... ¿O son ciegos los que nos
representan o viven en otro mundo, que
no es precisamente el de la
comunicación?
Para que se enteren todos, yo se lo voy
a resumir en una frase: jefes con
sueldazos sin dar un palo al agua y
redacciones llenas de gente explotada,
una media de 14 horas diarias, contratos
basura con sueldos irrisorios y muchos
becarios trabajando gratis. No me
extraña que nos hayamos convertido en el
gremio que padece más de depresiones.
¿Cómo se puede ser tan hipócrita?
Tú, Agustín, sí que conocías bien el
mundo de la hipocresía... buenas
palabras, sonrisitas, una palmadita en
la espalda y muchas promesas que se
quedaban en eso, palabras que se las
lleva el viento. ¡Qué pena que te hayas
tenido que morir para que todos esos
compañeros valoren tu trabajo; todos a
los que durante años tú les has pedido
socorro a gritos y te han ignorado; esos
que ahora te ensalzan ¿dónde estaban
cuando tú buscabas trabajo?
Esos que rememoran tu lenguaje barroco
¿por qué no abrían sus puertas cuando tú
llamabas? ¡Joder, si te valoraban,
apreciaban y eran amigos por qué ninguno
de ellos, pudiendo, no te echaron una
mano!
Sólo a un par de ellos no vi en tu
funeral.
A ti, Agustín, sólo me queda agradecerte
todo lo que me enseñaste, fuiste mi
maestro y guía en el Ayuntamiento. Me
ayudaste cuando llegué de pardilla a
cubrir la información local; rememorando
tu época en Antena Médica te faltó
tiempo para acercarte y contarme todos
los entresijos de la Casa Consistorial;
Allí fuimos reporteros de segunda,
porque no representábamos a grandes
medios, pero con orgullo realizamos
nuestro trabajo, eso sí, adobado con
mucho sentido del humor. Buenos ratos
los que pasamos en los bancos del patio
del Ayuntamiento. Te aseguro que esas
risas quedarán siempre en mi recuerdo.
Por último, decirle a tus hijas que eran
lo más importante para ti y que te
recuerden siempre como un buen hombre
que luchó toda su vida por abrirse un
hueco en un mundo de Hipócritas.
Mariló Bejarano Rodríguez,
periodista.
Fotos: Francisco Santiago© |