Bienvenidos a nuestro Portal

                         E-mail:  info@artesacro.org

   Portada | Noticias | Boletín | Contacto

Historia Sitios con Solera Cultura y Ocio Arquitectura Monumentos Semana Santa en Sevilla La Feria de Abril

Demasiado Tarde. Carlos Colón.-

Esta en: Portada / Biografías

Para escribir sobre este Broadway Danny Rose del periodismo sevillano que fue Agustín Hepburn haría falta un Woody Allen que supiera dulcificar la crueldad con la ternura hasta dar con el sabor agridulce de la vida. O un Fellini que se inclinara sobre él sonriendo para al final, vencido por la emoción, acabar llorando. La trágica desmesura del gesto último de Agustín Hepburn entra en tan dramática contradicción con su cotidiano estar entre nosotros que ha dejado a la ciudad estupefacta y triste, apenada y violenta. Y, por qué no decirlo, con una sensación de remordimiento.

Mientras lo mirábamos con cierta condescendencia o con esa tan sevillana -y tantas veces cruel e hiriente- rechifla que utilizamos aquí los unos contra los otros y todos contra los más indefensos, Agustín Hepburn iba arrastrando un fardo de infortunios que en un fatal instante no tuvo fuerzas para seguir llevando. Mientras lo veíamos decir sus pequeños pregones susurrados a los pies de los altares, entrevistar a cofrades o poner voz a las imágenes de crónica del corazón, nos lo encontrábamos en las hermandades o nos lo cruzábamos ya tarde por la calle, él siempre con esa camarita que llevaba con el mismo gesto con que los modestos gacetilleros antiguos llevaban su cuadernillo y su pluma estilográfica, Agustín Hepburn luchaba contra situaciones familiares y laborales de una gravedad y urgencia que su permanente sonrisa no dejaba adivinar más que a los pocos que sabían de la pena que le oprimía y de la necesidad que le acosaba. Ese peso invisible para los demás, pero tan agobiantemente real para él, le debió caer todo de golpe en un instante, aplastándolo.

Trabajó en los niveles más modestos de la comunicación -allí donde toda explotación tiene su asiento- manteniendo, aun en la precariedad de sus recursos, esa dignidad de los toreros a los que el no haber podido llegar a ser figuras, ni tan siquiera peones de cuadrilla de fuste, no les ha hecho perder la vergüenza torera ni incurrir en la charlotada. Como el tío Jacinto de la película de Vajda, aun en la pobre plaza televisiva de carros en la que le tocó lidiar procuraba mantener la digna pose del torero que alguna vez soñó ser. Nunca hizo periodismo bufo ni cayó en las vulgaridades que tantos hacen o se ven obligados a hacer para sobrevivir en la selva televisiva. Tenía más dignidad, en su modestia, que muchos figurones bien pagados. Y servía, con indefensa sinceridad, a lo que amaba. Le hubiera gustado ver cuánto se le apreciaba. Pero ni él ni nosotros lo sospechábamos. Lo aprendimos al sentir tanta pena por su trágica muerte. Pero las lecciones de la muerte son un saber inútil porque llega siempre demasiado tarde. Descanse en paz Agustín Hepburn, en manos más compasivas que las nuestras.

Publicado en Diario de Sevilla el 5 de junio.

Fotos: Francisco Santiago©

Conocer Sevilla 2004 - Francisco Santiago©